Hay quienes llaman a todo esto con nombres tales como brujería o hechicería y a sus practicantes, o sea a los llamados “guardianes de ese saber mágico-religioso”, son denominados de mil maneras distintas, pero para quien conoce, sabe que ellos son denominados en el argot popular como Curiosos y en algunos casos hasta como Chunganeros.
Al curioso (a) no se le puede asociar en exclusividad con un chamán en el estricto rigor de lo que esta palabra significa. Un «curioso» según el poblador rural y citadino, es también un sobador, un limpiador con yerbas, velas o partes de animales, un cartomántico, espiritista, o toda aquella persona que ejerza algún misterio, don o poder especial. Son todos aquellos individuos que manejan en parte o por completo las llamadas ciencias ocultas, y que las emplean ya sea para el bien o el mal de la humanidad. Por lo mismo todo Chunganero o Chamán es un curioso, pero no todo curioso es considerado como tal en su comunidad. El manejar la chungana, y el poseer una mesa son alguno de los símbolos distintivos de tal oficio. Los chunganeros(as) son personas, hombres o mujeres, que ejercen las llamadas «Artes»; por decirlo de alguna manera un “curioso mayor”. Reciben el nombre de chunganero(s) por manejar un tipo de «adminículo de poder» conocido como «chungana», objeto con el cual ejercen dominio sobre su «mesa» en los momento rituales o mesadas.
Estos individuos son descritos como seres humanos con habilidades extraordinarias, capaces de moverse tanto en el mundo físico-terrenal, como en el divino-espiritual, logrando esto a través de complejas ceremonias rituales, apoyados en el consumo de plantas alucinógenas con las que pueden conseguir estos estados de conciencia elevados, los llamados “vuelos mágicos”. La planta rey para efectuar estos prodigios en la región Lambayeque y en casi toda la costa norte del Perú, es conocida como Wachuma, Huachuma o Sanpedro, la cual tiene un uso continuado en el país andino desde civilizaciones tan antiguas como la Chavín, entre otras culturas que hoy no existen más. Se supone por los practicantes de esto, e inclusive por el pueblo llano, que tal cactus posee un espíritu guardián, y que al ser consumida la planta por medio de un brebaje; quien la injiere lleva consigo desde aquel instante dicha entidad incorpórea, convirtiéndose así, la yerbita, no solo en guardián de la cactácea sino también de quien la dejó entrar en su ser; pasando a ser en su vida otra sombra, la cual creen ha de socorrerlos en momentos de peligro. Sobre esta misma planta confiesan algunos maestros de la localidad de Salas, que es macho, asociándola al género masculino, y en donde la única forma de burlarlo es llevándolo hasta las lagunas alto andinas, para que allí sea engañado por los encantos de tales potestades, a los cuales en este caso asocian con lo femenino.
Estos viajes fuera de sus cuerpos, lo consigue el espíritu del chamán, el cual sale, se proyecta a la distancia bajo su forma humana o tomando apariencia animal.