Dentro de todo lo malo que nos trajo la pandemia del Covid-19 al país, y específicamente a Lambayeque, hay acciones que tal vez muchos no conocemos y otros sí, incluso algunos seguramente hasta pusieron su granito de arena para ayudar al más necesitado. La Diócesis y Cáritas Chiclayo son esas lucecitas que la mayoría ni siquiera se ha enterado que existen, pero que iluminan tanto y provocan un sentimiento de admiración, haciéndonos pensar que aún existe la solidaridad.
El objetivo fue darle un respiro de tranquilidad a esas familias vulnerables, que antes de la pandemia con su esfuerzo lograban a duras penas juntar para la alimentación diaria, pero en el momento que el Estado decretó el confinamiento, dejaron de percibir ingresos.
La Diócesis de Chiclayo de la mano de Cáritas del Perú y donaciones locales, pudieron atender a más de 30 000 familias con kits de alimentos de primera de necesidad.
Una gran cruzada de solidaridad se hizo apenas iniciada la pandemia, para atender a cientos de familias lambayecanas golpeadas en su economía. A través de Cáritas Chiclayo se tocó puertas de la empresa privada y el corazón de muchos ciudadanos, quienes sin pensarlo dos veces entregaron donativos consistentes en alimentos de primera necesidad, pollos vivos, bolsas de pan y otros productos esenciales. A estas donaciones se sumó un lote de 30 mil mascarillas donadas por Confiep para proteger a los miembros de la Policía Nacional, Ejército del Perú, Cuerpo General de Bomberos Voluntarios y otras instituciones públicas
El 21 de noviembre, con la participación de artistas locales, grupos pastorales juveniles y parroquias se hizo la colecta virtual “Hambre Cero Lambayeque” para atender a más de 70 mil familias. El dinero recolectado permitió la compra de alimentos y su distribución entre los comedores parroquiales y hogares de zonas empobrecidas. Este año el trabajo volverá a cargo de estas personas que, aún con el temor al contagio, están ahí para ayudar.