Racarrumi es una zona importante de la Reserva Ecológica Chaparrí, que en el pasado fue altamente depredada. Después de años de proyectos de conservación y turismo, se inició un proceso de recuperación del bosque; pero hace cuatro días el trabajo de los comuneros nuevamente está en peligro.
“Se basa en un convenio que firmó con la comunidad en 1997, antes de que Chaparrí sea Reserva. El contrato consistió en el aporte de 125 mil soles anuales a la comunidad que serían destinados a obras de reforestación del bosque hasta el 2012, pero nunca se cumplió”, añadió.
Después de seis años, a fines de 2018, volvió a aparecer. Esta vez, decidido a construir ‘el muro de la vergüenza’ para iniciar con el proyecto de energía eléctrica, el cual no está incluido en el Plan Maestro. Hasta la fecha los pobladores han presentado cinco denuncias a la Fiscalía por afectación al patrimonio y al medio ambiente. No obstante, los atentados se continúan registrando.
El miércoles 23 de octubre, con maquinaria pesada, intentaron disturbar la zona de Racarrumi; arrasando con la vegetación. Javier Ruiz no comprende porqué pese a las investigaciones, aún Becerra Fernández insiste que es dueño de un terreno que no le corresponde.
Los comuneros enterados de la situación dieron aviso al Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) del Ministerio de Agricultura; quienes el jueves 24 acudieron hasta el lugar de los hechos. Aníbal Calderón, administrador técnico, sostuvo que volverán a realizar una intervención junto a la Fiscalía y la Policía Nacional del Perú (PNP) para que se detengan los trabajos.
En tanto, el defensor de Chaparrí invocó a las autoridades de turno a realizar el trabajo que les compete, pues se trata de un ecosistema de bosque seco; que alberga algarrobos, overos, guabos, arbustos, entre otras especies importantes para la vida del ser humano.