La pesca ilegal, a través de los llamados “chinchorreros”, está depredando cada vez más el mar lambayecano y es imposible realizar los operativos necesarios, debido a falta de inspectores y material logístico. Así lo manifestó el gerente regional de Desarrollo Productivo, Eduardo Jacinto Teque; quien subrayó que estas personas sacan alrededor de dos toneladas, cada uno, de recursos hidrobiológicos, haciendo un total de 60 toneladas de pescado a la semana.

 

El funcionario expresó que lo capturado lo comercializan en los caseríos de Mórrope y San José. Anotó que es necesario “caerles in fraganti”, pero no cuentan con los recursos suficientes.

Asimismo, indicó que los multan, pero vuelven a salir a pescar. Además, les imponen cuatro años de pena privativa de la libertad suspendida. “Si fuera aunque sea un año efectiva, le aseguro que ninguno vuelve a salir a pescar”, enfatizó

 

Jacinto Teque sostuvo que estas personas no utilizan la malla recomendable y arrasan con todo; “los chinchorreros depredan, desde Palo Parado (antes de Lobos de Tierra), hacia el Norte. Hacen huecos, una especie de cementerio clandestino donde entierran el pescado porque no reúne las medidas, y cuando van las chalanas (embarcaciones pequeñas) a pescar no encuentran nada”, observó.

 

El gerente explicó que los chinchorreros matan las crías de las especies. De julio a noviembre han incautado 7390 kilos, con un solo inspector. Deberían intervenir entre 70 a cien toneladas, pero no cuentan con más inspectores.

 

Aseveró que, por lo menos, necesitan 10 inspectores más para realizar esta labor, así como una camioneta para salir a monitorear.

 

Jacinto Teque refirió que de las visitas constantes a los puertos pesqueros se puede deducir que están bastante bien en cuanto a extracción o pesca, ya que han aparecido especies como caballa, cachema, suco y tollo; las chalanas traen 500 kilos en cada salida.

 

Reveló que esto se debe a cuestiones de la corriente, y en los meses de octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo, mejora considerablemente la pesca todos los años. Resaltó que a partir de las seis de la tarde, San José se convierte en una “feria”, cuando en meses anteriores no tenían ni para comer, ya que no había extracción.

 

“Ahora hay bastante cardumen. Solicitamos a Produce y a la Región, una mayor fiscalización para mantener este cardumen”, afirmó.

 

En San José y Santa Rosa hay 150 pescadores artesanales, propietarios de lanchas, es decir, embarcaciones a menor escala. Existen tres mil industriales, familias completas dedicadas a la pesca, pero lo hacen por temporadas en otros lugares, porque aquí no hay infraestructura para descargar.

 

Con la culminación del desembarcadero de San José se contaría con canon pesquero y debería inaugurarse en marzo.

 

Una comitiva del Fondo de Desarrollo Pesquero (Fondepes) integrada por Luis Alberto Vílchez Chávarry, coordinador del área de equipamiento y mantenimiento; y Rocío Flor Zapler, especialista pesquera del área de estudios y proyectos de Fondepes, visitaron la infraestructura del Centro de Procesamiento Pesquero Artesanal Santa Rosa (CEPPAR), donde se procesa el pescado salado en Santa Rosa.

 

Este lugar funciona desde el año 1996 y es obsoleto. Los funcionarios quedaron sorprendidos por la demanda fuerte de procesadores. Por lo menos, 500 rotan en los 108 módulos y mantienen a un promedio de dos mil familias.

 

Los pescadores se comprometieron a mejorar los servicios básicos de agua y desagüe, electricidad y desvío de aguas residuales, para que no desemboquen en el dren 4000; y conseguir el lote abandonado para construir el reservorio de aguas servidas.

 

La Enridad Prestadora del Servicio de Saneamiento de Lambayeque (Epsel) y la Autoridad Nacional del Agua (ANA) han llamado la atención por trabajar sin condiciones de seguridad, perjudicando el medio ambiente.