Según el Ministerio de Educación (Minedu) en el 2018 se registraron 9 500 casos de bullying en las instituciones educativas del Perú, 70% más que en el 2017.
Frente a esta cifra alarmante, La Industria conversó con la especialista Jessica Landauro Barriga, psicóloga y coach motivacional, quien indicó que el primer lugar donde se debe identificar el acoso escolar es en el hogar.
“Cuando un niño o niña se vuelve introvertido, no sale de casa, baja sus calificaciones de un momento a otro, inventa excusas para no ir al colegio, es porque algo malo está sucediendo y son los padres, los que deben reconocer este tipo de actitudes en sus menores”, añadió.
Explicó que todas las personas han sido víctimas de bullying en algún momento de su vida. Sin embargo, si la familia brinda el respaldo y ayuda necesarios, esas malas experiencias se pueden superar. Sucede todo lo contrario, con los niños o adolescentes que tienen una madre autoritaria o un padre violento. “Depende mucho de quienes estén a tu alrededor”, precisó.
Por ello, la importancia de involucrar a los centros educativos y a sus docentes en este tipo de situaciones, pues son los encargados de fortalecer la autoestima y las habilidades sociales de los estudiantes. Es importante también que se refuercen las escuelas para las familias con el objetivo de orientar y hacer participar a los padres en el crecimiento personal y educativo de sus niños o niñas.
La especialista en el tema también señaló que existen diferentes tipos de bullying. “Muchas veces, los maestros bromean, por ejemplo, con los apellidos de los menores de edad sin ninguna mala intención, por el contrario, para entrar en confianza con los alumnos. Sin embargo, esto da cabida a que los demás estudiantes se sientan en la autoridad de hacer lo mismo y terminan afectando a sus compañeros”, precisó.
A los docentes de inicial, primaria, secundaria e incluso de las casas de estudio de nivel superior, les recomendó tener tino para dirigirse a sus estudiantes. Asimismo, realizar dinámicas para reconocer quienes son los niños, adolescentes o jóvenes que no tienen amigos y de acuerdo a ello, ir fortaleciendo los diversos talleres de tutoría que, en muchas oportunidades, son dejados de lado en algunas instituciones educativas.