De 30 niños y niñas en un salón de clase, dos o tres tienen hiperactividad. Lo cual no significa que sean niños con problemas de disciplina, por el contrario son hábiles, pero tienen un ritmo de aprendizaje diferente, manifestó Merly Berríos Sánchez, decana del Colegio de Profesores de Lambayeque.
Recomendó a los docentes aplicar evaluaciones diagnósticas, pues el enfoque de competencias les permite reconocer el tipo de inteligencia y el ritmo de aprendizaje de cada uno de los estudiantes para tener una programación diferenciada.
Generalmente los menores hiperactivos captan más rápido y desarrollan sus actividades en un menor periodo, entonces el resto de tiempo lo utilizan para jugar. Por tanto, si se está dando una programación diferenciada para los alumnos con habilidades diferentes también se debe trabajar con los estudiantes que tienen un coeficiente intelectual más alto, señaló.
En ese sentido, de acuerdo a su experiencia, los alumnos hiperactivos deben desarrollar un ejercicio más complejo para que se entretengan y de esta forma puedan regular su conducta y emociones.
“Cuando el chico nota que tiene algo más que brindar se siente importante y puede convertirse en un gran líder. Los docentes deben afianzar su inteligencia emocional”, comentó.
Si no logran contralarse las emociones de un niño hiperactivo, se genera desorden, e incluso actos de violencia. Los maestros deben prepararse para atender a estos niños, ello implica conocimiento psicopedagógico y científico, culminó.