Cultura
Publicado el Viernes, 05 de Octubre del 2018

EL SEÑOR DE LAS TABLAS DIBUJA EL PERÚ PARA EL MUNDO

Primitivo Evanán Poma, reconocido por Bellas Artes, toma un lápiz y sobre el tablón de cedro da vida a sus dibujos .
El destacado creador de tablas del distrito de Sarhua (Ayacucho) ha sido homenajeado por la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú. Busca que este arte tradicional sea declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
 
“Coger a un cóndor es como coger a un ángel. Es sagrado, solo de los apus”. Primitivo Evanán Poma toma un lápiz y sobre el tablón de cedro da vida a toros, cóndores, músicos y borrachitos. Es una tabla de Sarhua, que avanza por las mañanas, “sin horarios de oficina”, ahora que tiene 75 años, mientras escucha huainos, sobre todo del Cusco. Luego vendrán al taller sus hijas (tiene cuatro) o sus aprendices, a darle una mano. 
 
La tabla es un pedido hecho por una andahuaylina radicada en Suiza, para que grafique la cosmovisión mágica del Yawar Fiesta. Luego usará pinturas naturales, de colores tierra, que son el sello de Sarhua, en la provincia de Víctor Fajardo, a tres horas en auto desde la ciudad de Ayacucho. El maestro Primitivo Evanán combina en sus trabajos estos colores con los acrílicos.
 
Ahora trabaja sobre un tablón de cedro, empastado con yeso especial (para que no se apolille). En su taller hay una Biblia, que a veces lee. “Soy un mal lector”, dice. También tiene una autobiografía de Gandhi, que avanza porque está dispuesto a escribir su historia para sistematizar los aportes del arte sarhuino. 
 
El 12 de agosto de 1975 se realizó por primera vez en Lima una exposición de las tablas de Sarhua, en que Primitivo Evanán fue el protagonista. “Yo no sabía qué era una exposición, qué era una galería”, recuerda. Se organizó gracias a la invitación del antropólogo ayacuchano Víctor Cárdenas Navarro, quien contactó con la galería Huamanqaqa, en el número 1048 del jirón de la Unión. La galería era propiedad del coleccionista Raúl Apesteguía y de un socio chileno. Y el catálogo de presentación lo escribió el historiador Pablo Macera.
 
“Yo no valoraba lo que ya tenía”, recuerda Primitivo. Si bien la docena de tablas grandes que elaboró causaron asombro y se vendieron, después el artesano volvió a trabajar en la venta de ropas con su pareja. Un buen día, Apesteguía apareció con una docena de tablas pequeñas por su casa, y Primitivo, que se aburría como vendedor de pantalones y camisas,  decidió hacerlas porque comprendió que dibujar y pintar lo convertían en un hombre feliz.
 
Primitivo no empezó a pintar en Sarhua, pues se vino muy tierno a Lima, en 1960; pero recordaba haber visto en la casa paterna y de los parientes cuando en los “tabla apakuy” los padrinos mandaban a pintar con aficionados las tablas para regalarlas a los dueños de la nueva vivienda. En Sarhua solo podían pintar los hombres adultos, estaban prohibidos de hacerlo niños o mujeres. 
 
“Si empecé a pintar fue porque Víctor Cárdenas y Salvador Palomino me lo propusieron”.
 

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