La mayoría de niños que pasaban por ahí miraba con extrañeza –y un mediano grado de desinterés- lo que ocurría cada dos días en su habitual cancha de fulbito: un grupo de ocho chicos practicaba un deporte nunca antes visto. Usaban las manos, el balón tenía forma ovalada, los pases se daban hacia atrás, el arquero no existía y ser tumbado por un contrincante no era sancionado. Quienes observaban cayeron en cuenta, poco a poco, que no se trataba de los primeros entrenamientos del fútbol del futuro. Tampoco de una disciplina moderna. Ellos conocieron lo que es el rugby. Hoy, desde hace unos años, lo practican con una pasión que jamás imaginaron. Todos los lunes, miércoles y viernes, en la Cancha Navarro ubicada en el Malecón Rímac, en San Martín de Porres, hay tres horas en las que el rugby pasa a ser la principal actividad de todos -o la mayoría- los Sub 18 de la zona. Mientras el campo de césped queda en manos del rugbier y director técnico Jean Pierre Farfán, las dos losas contiguas, ideales para pichanguear, lucen casi desoladas. Solo las acompañan los grafitis y algunos ‘palomillas’ de esquina reunidos (o escondidos, posiblemente) en los rincones sabe Dios haciendo qué. ¿A quién se le ocurrió que el rugby, uno de los deportes menos practicados en el Perú, dejaría de lado a la disciplina más popular de nuestra historia?
Jorge Calderón es el primer hincha de “Los Linces” de San Martín, nombre con el que se le conocen a los equipos (son varias categorías) que nacieron gracias a una iniciativa que hoy cuenta con la participación de casi 50 deportistas entre 8 y 18 años. Él es jefe de sostenibilidad en LAMSAC, empresa a cargo de la concesión de la Vía Expresa Línea Amarilla y que –por recomendación de los dueños franceses- ideó el programa “Rugby para Todos” de la mano con la Federación Peruana de Rugby. “Los Linces” nacieron el 2015, pero no son los únicos que juegan este deporte en el distrito. Hace cuatro meses, dentro del mismo proyecto, surgieron “Los Tigres”. Ahí se reciben a todos los pequeños que viven cerca al Estadio Alberto Gallardo, donde se realizan los entrenamientos. Ya son 25. La primera expansión dio rápido sus frutos. Lo último que imaginaron en Inglaterra, cuando por primera vez jugaron rugby, es que este juego se extendería hasta orillas del Río Rímac.
¿POR QUÉ RUGBY?
Todo se podría resumir explicando la esencia del tackle. Aunque parezca exactamente lo contrario, es la acción más leal del rugby. Es una jugada que implica derribar al rival que porta el balón, ser tosco, usar la fuerza, pero en la que al mismo tiempo se demuestra un profundo respeto por la persona, el fair play y las normas de juego. “El tackleador acompaña y abraza al tackleado en la caída. Es una técnica que se enseña para no hacer daño al rival. Luego hace un rodeo que permite que tanto él, como el derribado, se pongan de pie rápidamente para seguir jugando”, explica Jean Pierre Farfán, estudiante en la Universidad San Marcos y entrenador de “Los Linces” desde que la idea se plasmó. Ese altruismo con el que se hace un movimiento rudo ante alguien que busca lo mismo que tú, ganar, es el que se necesita inculcar en jóvenes, adolescentes y niños de zonas vulnerables. "El rugby es para todo tipo de personas. Para el alto, el gordito, el bajito. Todos tienen una función en el equipo. Y a todos se le valora igual. Esto desencadena en un mayor compañerismo. Todos se sienten iguales. Todos encajan en un grupo. El rugby les da una interacción social a estos chicos que no les provee ningún otro deporte. Y los convierte en mejores personas, mejores peruanos", asegura Néstor Corbetto, presidente de la Federación Peruana de Rugby.