La llegada de la pandemia por el Covid-19, trajo consigo el aumento de la pobreza, pero también conllevó a que los más inocentes se expongan a la mendicidad y al trabajo infantil, debido al deterioro de la situación económica de sus familias.
Se estima que, la pobreza en la región Lambayeque pasó del 14,6% en el 2019 al 18, 6% en el 2020, lo cual significa que aproximadamente 216 mil personas son pobres actualmente.
La Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza hizo un llamado a las autoridades para que se adopten medidas de protección y de alivio a la pobreza, ya que la pandemia aumentó los índices en la región Lambayeque.
Solo basta dar una mirada en el centro de Chiclayo para ver a niños trabajando, vendiendo caramelos, limpiando carros, bailando o simplemente estirando la mano para recibir alguna ayuda. Muchos de ellos son de origen venezolano, pero otros son peruanos, que se exponen en las calles a un contagio Covid-19.
Lo mismo hacen sus padres, que, desde la esquina con otros hijos en brazos, también los observan.
Muchos se han lanzado a las calles por no poder pagar un arriendo, por la falta de empleo y para otros la travesía mejoró. La Sociedad de Beneficencia de Chiclayo habilitó un albergue temporal para las personas con enfermedades mentales y una casa refugio para las mujeres y menores maltratados.
Empero, aún falta mucho por hacer y lograr que las calles de Chiclayo estén libres de la mendicidad.
No solo el hambre hay que tomar en cuenta, sino también la violencia, pues en las calles se exponen a muchas situaciones, donde la población vulnerable es los niños y mujeres adultas.
Algunas de las personas entrevistadas indicaron ser venezolanos, que antes de la pandemia tenían un trabajo con un sueldo mínimo, pero con la llegada de la crisis fueron despedidos sin opción a realizar otras labores. La necesidad de llevar un alimento a sus hijos los obligó a vender caramelos en las calles y limpiar carros, sin importar la intensidad de sol.