Unas 100 personas con trastornos afectivos y de psicosis están a la espera de ser “apadrinados” en el Centro de Salud Mental de Chiclayo. Los pacientes de escasos recursos económicos requieren del apoyo de personas y empresas de la región.
Son usuarios del Centro de Salud Mental Comunitario de Chiclayo, quienes debido a la pandemia del coronavirus y a las medidas de confinamiento que dispuso el Gobierno, en muchos casos, ellos o sus familiares, han quedado sin trabajo, agravando su situación económica.
Frente a este problema, hace poco los propios trabajadores del centro comunitario acordaron realizar una colecta y acudir a las personas generosas y amistades “que han podido hacer algún tipo de donaciones y se les ha hecho llegar una canasta de víveres”, da a conocer Tatiana Castillo Padilla, asistente social del centro de salud mental.
Pero el apoyo no ha sido suficiente, debido a que por lo menos unos cien usuarios con problemas de salud mental están en la condición de extrema pobreza, al continuar sin trabajo y sin ingresos.
Es a ese grupo, según Tatiana Castillo, al que se quiere llegar con ayuda, por eso quienes “quieran colaborar con nuestros usuarios y que directamente apoyen con lo que puedan y, de acuerdo a las necesidades, a través de mi persona los podemos contactar y así puedan apadrinar directamente, conocerlos y tener contacto con ellos”.
La idea es aliviar la falta de víveres y evitar al mismo tiempo que su situación no se complique en aquellos usuarios con problemas de salud mental moderada y grave, a quienes se les hace seguimiento.
“Nos encontramos que muchos de ellos han dejado de trabajar (…) inclusive tenemos casos de pacientes que han tenido covid-19 o también en la familia, con el papá o la mamá que han fallecido. Entonces la situación de pobreza es más crítica, más severa”.
CASOS
Tatiana Castillo Padilla da a conocer que del total de usuarios que se atiende en el Centro de Salud Mental Comunitario de Chiclayo el 40% tiene problemas de psicosis y esquizofrenia. Otro 40% tiene problemas afectivos como depresión y ansiedad severa. En este grupo están las víctimas de violencia e incluso hay casos de intentos de suicidio.
En los más de cuatro años de funcionamiento se tiene unas 1400 historias clínicas abiertas, de las cuales el 80 por ciento ha requerido seguimiento.
