Cultura
Publicado el Jueves, 02 de Julio del 2020

Ese pequeño cuento poético y filosófico

Saint-Exupéry fue aviador precisamente porque tenía que ganarse la vida.
Un cumpleaños centenario y simbólico para Antoine de Saint-Exupéry
 
El hombre que dejó escrito que "lo esencial es invisible para los ojos", Antoine de Saint-Exupéry, hubiera cumplido el último lunes 120 años. Nació en la ciudad francesa de Lyon y, tras su muerte en 1944, "El Principito" fue el principal legado de una trayectoria literaria marcada por sus experiencias como aviador.
 
Ese pequeño cuento poético y filosófico, narrado por un piloto cuyo avión se avería en el desierto del Sahara, vio la luz un año antes de su fallecimiento y creció desde entonces hasta convertirse en la obra de la literatura francesa más vendida y traducida del mundo.
 
Saint-Exupéry volcó en el niño que abandona su minúsculo planeta sus reflexiones sobre la naturaleza del hombre y de los adultos y selló con ellas una fama que había empezado a labrarse con títulos anteriores como "El Aviador" (1926), "Tierra de Hombres" (1939 o "Piloto de Guerra" (1942).
 
Orígenes nobles
Nació en el seno de una familia noble, como tercero de los cinco hijos del conde Jean de Saint-Exupéry y de su esposa, Marie. Su pelo rubio y rizado, el mismo que tendría después el protagonista de su relato, le valió de pequeño el apodo de "el rey Sol".
 
"Procedía de una familia muy antigua que se remonta a la Cruzadas, pero eran pobres. Fue aviador porque tenía que ganarse la vida", explica el escritor y dramaturgo rumano Virgil Tanase, biógrafo del autor y responsable de una adaptación al teatro de su obra.
 
Su estatus nobiliario, no obstante, le abrió puertas. Aunque no consiguió entrar en la Escuela Naval hizo su servicio militar en un regimiento de aviación y el apoyo de ciertos oficiales le autorizó a recibir clases particulares de vuelo, algo que ya le había interesado desde niño.
 
Carrera internacional como piloto
 
Saint-Exupéry se ganó por méritos propios una reputación de piloto incorregible: a veces se desviaba de la ruta oficial que alargaba su trayecto para acabar el libro que estaba leyendo en pleno recorrido.
 
Su primer accidente grave, en 1923, le hizo prometer a su novia que abandonaría la aviación, pero con la ruptura de su compromiso abrazó de nuevo una pasión por la que acabó contratado en la compañía Latécoère, futura Aéropostale, para transportar correo entre Toulouse y Casablanca, y posteriormente Dakar.
 
Esa empresa le destinó a Argentina en 1929 y allí conoció a la salvadoreña Consuelo Suncín, viuda a sus 26 años del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, quien se convertiría en su mujer y con quien no tuvo hijos.

Heroico combatiente
 
Aunque con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 Saint-Exupéry participó en el combate haciendo vuelos de reconocimiento, fue desmovilizado un año después y se exilió en Estados Unidos.
 
"Estaba muy por encima de las preocupaciones coyunturales de la guerra", señala el biógrafo, según el cual el literato fue ante todo escritor: "Se sirvió de su experiencia como aviador para nutrir su literatura, pero podría haber sido fontanero, pintor o cualquier otra cosa".
 
La aviación, sin embargo, fue una constante en su vida. En abril de 1943, desesperado por no servir a su país, según afirma la Fundación que gestiona su legado, consiguió que le volvieran a alistar, de nuevo con misiones de inspección aérea.
 
 

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