Con una singular escenificación de enfrentamiento de los cuatro suyos, que evoca las guerras internas de las etnias del imperio de los Incas, la población de la provincia de Moho en la región Puno, celebró la fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria, la cara moderna de la Pachamama.
La jornada empezó con el tradicional ritual de ofrenda a la Pachamama. Los asistentes, en su mayoría autoridades comunales vestidos con ponchos rojos, sombrero negro y chalina azul, cogen las hojas de coca para pedir permiso a las deidades, a fin de que no haya dificultades durante la jornada.
Se trata de una de las expresiones culturales más representativas de esa provincia, denominada como los Q’urawasiris, una fiesta costumbrista vinculada al pronóstico de la producción agrícola, ganadera y la pesca.
Según los relatos orales de las personas de mayor edad, los Q’urawasiris, significa la guerra de las etnias Inca, Kullawa, Q’ulla y los Uros. Sus representantes se concentran en las cuatro esquinas de la plaza principal para enfrentarse a hondazos.
“Antes se realizaba con mayor realismo y fuerza”, narra Luciano Coaquira Rodrigo –en su idioma nativo el aimara– mientras selecciona y junta seis hojas de coca para impregnarlo en una copa de vino.
Tras la dramatización del altercado, los grupos étnicos se apaciguan para intercambiar sus productos en señal de compartir y que la abundancia prospere por siempre para que no falte comida en los hogares de la provincia de Moho.
“Es una tradición única de nuestros ancestros y estamos trabajando para fortalecerla”, refiere Juan José Tinta Mamani, alcalde de la Municipalidad Provincial de Moho, indicando que se viene realizando los trámites para que esta expresión colectiva sea declarada Patrimonio Cultural de la Nación.