Un hombre hace su ingreso a una plaza emblemática de Jauja y una orquesta típica lo recibe entonando una de sus composiciones. Conforme sus pasos lo acercan más al conjunto, el personaje escucha con más nitidez el sonido triste de los saxos y no logra contener la emoción. Intenta respirar hondo, pero se quiebra.
Cada integrante del conjunto lo abraza con una mezcla de alegría y nostalgia. Un clarinetista extrae del bolsillo un pañuelo para intentar secar las huellas de sentimiento que brotaban desde sus ojos.
La escena corresponde al pasaje más emotivo del documental El país de los saxos, de Sonia Goldenberg. La obra fue estrenada hace más de una década en Huancayo. Cuando al finalizar la película encendieron las luces de la sala, el impacto emocional de la película se evidenció en las miradas húmedas de los asistentes.
Julio Rosales Huatuco, aquel personaje emblemático del documental, falleció el sábado último a los 87 años y su partida cierra la etapa de una valiosa generación de grandes compositores y músicos forjadores del formato de las orquestas típicas del valle del Mantaro.
Vida pasajera
En Orquestas típicas en Huancayo, una publicación referente sobre la música del centro, el periodista Guillermo Joo reseña que Julio Rosales Huatuco se inició como saxofonista en la orquesta “Lira Jaujina”, dirigida por otro de los patriarcas del valle: Tiburcio Mallaupoma.
Luego de integrar otros conjuntos como “Aurora Andina”, “Los Rebeldes de Huancayo” y “Sensación del Mantaro”, don Julio dio un paso importante en la historia del país de los saxos al crear en mayo de 1964 su orquesta: “Los Engreídos de Jauja” (luego llamada “Los Engreídos del Perú”). Con esta agrupación grabó un promedio de 25 discos LP y medio centenar de producciones de 45 RPM.
El conjunto también estrenó cada una de sus composiciones, como aquella tunantada que se eternizó en las voces de las hermanas Zevallos: Vida pasajera.
Con Pucarina
En el 2012, en una visita en El Tambo, don Julio evocó los años en que el sonido de su saxo acompañó la voz de Flor Pucarina. Fue él quien personalmente fue a la disquera Virrey para proponer grabar un disco con la nueva cantante de música vernacular.
Polidoro García, gerente de Virrey, rechazó aquella propuesta. Julio se encontraba buscando otras disqueras cuando recibió la noticia de que el empresario había retrocedido y finalmente entrarían a sala.
“Grabamos desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde”, recordó Julio, quien también buscó a los compositores Tomás Palacios y Emilio ‘Moticha’ Alanya para crear un huaino emblemático que brilló en la voz de Pucarina: Ayrampito.