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Publicado el Miercoles, 05 de Febrero del 2020

Fe inquebrantable en el Sagrado Madero

 La Cruz de Motupe, catalogada como una de las más milagrosas del Perú, celebra hoy su festividad de medio año y seguramente miles de fieles se congregarán en el parque principal de la Tierra del Cocodrilo, para postrarse ante el sagrado madero, en busca de un milagro para sus vidas.

La fe no desaparece, año tras año, empieza el 5 de febrero y luego el 5 de agosto (en su festividad central).

Los fieles desde muy temprano abarrotan los paraderos en Chiclayo para trasladarse hacia Motupe y vivir a plenitud su devoción a la cruz.

Esta práctica se ha hecho costumbre y no solo se trata de chiclayanos y lambayecanos en general, sino de personas que vienen de otras ciudades a rendirle honor al madero milagroso.

Los milagros se cuentan por cientos, de ahí la tradición que no se pierde a pesar de los años y las vicisitudes que ha pasado la gruta de Chalpón y su cruz, desde el robo de las joyas que incluso destrozaron el madero para arrancarlas, hasta la destrucción que provocó la naturaleza el último 2017 con el fenómeno de El Niño Costero.

Parte de la gruta quedó destruida por las intensas lluvias, pero se logró reconstruir en parte, llenando de algarabía a los devotos.

Nada de ello frena la fe y devoción. Seguramente hoy los miles de devotos acudirán provistos de velas, incienso, milagros, estampas, rosarios, detentes, y demás objetos que representan su fe, para participar en la misa central.

Anualmente el oficio de la eucaristía está a cargo del obispo de la Diócesis de Chiclayo, monseñor Jesús Moliné Labarta y párrocos de la localidad, así como sacerdotes de la Diócesis.

Previamente el pueblo de Motupe se levantó con los albazos y la banda de músicos que recorre sus calles, llamando a la población a las distintas actividades religiosas en honor del sagrado madero.

Antes del oficio religioso, la Cruz de Motupe será trasladada en hombros hacia el parque principal, donde se alza el altar mayor adornado con flores y cirios. Además, la hermandad vestirá el sagrado madero con vistosos mantos y lo adornará con las joyas acostumbradas.

En el trayecto cientos de fieles pugnan por tocar la cruz y obtener el ansiado milagro. Lo mismo sucede en el retorno a la capilla, donde seguramente se formarán inmensas colas de personas, adultos, jóvenes, ancianos, niños y bebés en brazos, deseosos de adorar a la cruz, todos unidos en un solo sentimiento de fe, esperanza y agradecimiento por los milagros concedidos.

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