Ganador del premio Planeta y del Cervantes, entre muchos otros galardones, el escritor Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) es, en palabras, del director del Instituto Cervantes de Londres, Ignacio Peyró, “un gran escritor con mucha obra detrás y con muchos lectores”. Y así se evidenció ayer en la capital británica, donde sus fanáticos se dieron cita en el segundo encuentro de la serie de diálogos Blanco-White, que según Peyró, acercan al público “a grandes personajes relacionados con la cultura española y estrecha las relaciones entre Gran Bretaña y España en un ambiente distendido y relajado, de complicidad, propenso a las confidencias”.
Fue justamente en este formato que se produjo la conversación con Mendoza, que hizo gala de su sencillez, su intelecto y su gran sentido del humor en cada una de sus intervenciones. “Gracias por sacarnos esa sonrisa plácida que da la lectura”, dijo Peyró, y todos los presentes coincidieron: una de las virtudes de Mendoza es, sin duda, la de hacer sonreír. Y él mismo valora que los reconocimientos que le han hecho supongan “un premio a la literatura de humor que había quedado un poco marginada”.
Mendoza no es además solo escritor, sino un gran lector. Y aunque asegura que lee “de todo: ensayo, historia, novelas policíacas, de espionaje y leo a mis contemporáneos”, y que hay lecturas a las que vuelve continuamente, como a La Biblia o la obra de los historiadores griegos y latinos como Tito Livio, confiesa que “empiezo muchos libros y termino muy pocos. Hay quien lo considera un crimen, pero cuando pienso que hay tantos libros que me quedan por leer y estoy encallado en una cosa que no me interesa nada, que me aburre y que además me parece mala, seguir sí me parece un crimen, contra el tiempo y contra la buena literatura”. Y aprovechó para dar un consejo a quienes quieren escribir: “La lectura de novelas espantosamente malas es muy útil, enseña muchísimo”.
“Faltan libros en TV”
En conversación con ABC tras el evento, Mendoza valoró la buena producción literaria de España. “La literatura en todas partes está en perpetua crisis, pero en España está bien, van saliendo cosas interesantes continuamente, siempre hay libros buenos e incluso se atropellan unos a otros, porque hay ambiente entre los lectores”. Sin embargo, cree que aunque la producción es muy buena, es un tema pendiente en los medios. “Lo que más se echa en falta en España es la presencia de la literatura en los periódicos, en la televisión. Aunque hay buenos suplementos literarios, queda como en un gueto. Así como los demás temas están en la prensa diaria, la literatura está un poco reservada al día que toca suplemento”, aseguró.
El también abogado, sociólogo y traductor, que explicó que “escribir es mi manera de estar en el mundo, y lo que recibo del mundo lo transformo en material literario”; manifestó su preocupación por la situación con Cataluña: “Me parece un momento difícil, serio y con muy mala solución por ahora”.
Radicado en Londres desde hace años, aunque muy ligado a España, y sobre todo a su Barcelona natal, señaló que “me gusta vivir en otro sitio, me gusta ser extranjero” y se quitó importancia a sí mismo diciendo, entre risas, que aunque se siente muy satisfecho de haber podido “vivir de lo que me gusta en la vida con un régimen de libertad”, escribir 17 o 18 libros en 50 años “es un rendimiento mínimo”.