Después de leer el libro Cuentos del Piche, de Javier Villegas (Cajamarca, 1955), uno se siente livianito, expresa la escritora y periodista Marcela Noriega Rodríguez.
Livianito como después de soñar que cabalgas sobre nubes. Livianito como cuando te reencuentras con un querido amigo que creías perdido. Livianito como cuando vuelves a casa al final de una larga travesía. Livianito como cuando te sientes de nuevo el niño que fuiste, el niño que aún eres. Porque ese niño sigue ahí, queriendo soñar como siempre, agrega Marcela Noriega.
Y es que los cuentos de Javier Villegas son muy recomendables para los niños, pero, sobre todo, serán una deliciosa lectura para los adultos. Esos adultos que están abrumados, cargados con obligaciones, estrés laboral y compromisos. A ellos, les permitirá volver a conectarse con su inocencia original, con su energía vital extraviada. La infancia es un terreno fértil al que podemos volver, ahora a través de la lectura.
Les sugiero que, como si fuera una terapia, lean un cuento por noche y verán cómo se duermen relajados, tan despreocupados como cuando el futuro era aún lejano, y solo el presente importaba. Los que no soñaban, volverán a soñar. Y amanecerán llenos de un nuevo entusiasmo y una visión de la vida, en la que caben la aventura, el juego y la poesía, resurgirá desde muy adentro.
El estado de la felicidad se alcanza volviendo a sentirse como ese niño al que sólo le importa lo verdadero: la amistad, el amor, el eterno paseo de un ser que se está buscando a sí mismo. Y que se halla en las cosas sencillas: un paseo, una amistad, un río que corre sin prisas.
Javier Villegas –añade Marcela Noriega– logra devolvernos la frescura de lo que fuimos, de lo que somos: niños que corretean entre risas, llenos de alegría y apertura. A través de sus letras cargadas de vivencias, nos transporta a mundos sencillos donde, por ejemplo, podemos participar del parto de una yegua. O mundos surrealistas, donde podemos acompañar el viaje de una rana a París. O mundos emotivos, donde podemos sentir la alegría del reencuentro entre un niño con su entrañable amigo sapo.
Los Cuentos del Piche está compuesto por cinco relatos: “Corta Viento”, “Mono Nono”, “Sapito Sapón y la luna”, “Ojitos” y “La rana Anita”. En estos relatos que, si bien están perfectamente estructurados como cuentos, subyace un arte poético que es inherente al espíritu del autor. Y es con este hilo invisible de la poesía que Villegas zurce sus entramados.
“Ojitos”
Quiero detenerme en el cuento llamado “Ojitos”, que narra la osadía de un búho al querer permanecer despierto en el día.
– Deseo salir de día, quiero ver los colibríes, las mariposas, las libélulas y a todos los animales que juegan cuando el sol está alumbrando con todo su esplendor. Quiero ver corretear a los conejos, dar brincos a los saltamontes y dar saltos a los sapos que por la noche croan, croan y no me dejan tranquilo para meditar. Lamentablemente en el día no puedo ver. Veo todo borroso –dice Ojitos.
El búho consigue unos anteojos especiales gracias a una rana oculista. Ya con la visión clara, el más sabio de todos los animales del bosque, logra su cometido. “Paseaba y paseaba durante el día. Volaba de un árbol a otro, a otro y a otro. Cuando no miraba a los hombres o a los animales que se movían a su alrededor, se atrevía a mirar de frente al sol, intentaba verle la cara”.
La poesía no está escrita en versos, sino que se adivina oculta en el relato. La poesía está en la posibilidad de ver lo que el día depara, a través de los ojos de un ave a la que su naturaleza la restringe a la oscuridad. Y es esto lo que nos posibilita la imaginación poética del autor: introducir en nuestra menteun acontecimiento inesperado. La resolución de algo que antes se creía imposible. El autor saca al ser de la oscuridad, y lo coloca en el escenario luminoso opuesto. Y así crea el entramado poético perfecto.
VIVENCIAS
De ahí que la literatura infantil despierte en los adultos estas conexiones sensitivas que despiertan una lejana memoria dormida, una memoria relacionada con vivencias poéticas, es decir: no vividas, sino sentidas. Estas vivencias poéticas se esconden como flashes de luz en las almas calladas de los adultos, duermen en recodos jamás vueltos a mirar cuando las vidas son demasiado agitadas.
En todos los cuentos de Javier Villegas podemos encontrar estas vivencias poéticas. Tenemos, por ejemplo, el caso de la rana Anita, quien necesitaba urgentemente conocer el amor. “Soy la rana más linda entre todas las ranas”, decía de sí misma. Sin embargo, no sirve de nada que uno mismo se elogie, necesita verse reflejada en otros ojos que también vean la belleza.
La rana Anita se “soñaba viajando por el aire, en avión; por el agua, en barco”. Y, en un arrebato emprendió un largo viaje en el que se puso a prueba a ella misma, en el que descubrió de lo que era capaz.
¿Existe algo más poético que viajar en busca de las huellas de un amor desconocido, un amor invisible? Porque la rana Anita no sabía a quién buscaba, simplemente tenía la urgencia de ir lejos, muy lejos de su orilla. Su travesía resultó en un auto-descubrimiento fascinante.
– Me llevó el amor, el amor. El sueño en un Príncipe azul –, le confesó a un colibrí políglota que encontró en su viaje.
Y, aunque regresó a su estanque de siempre, su vida cambió no sólo por fuera, sino sobre todo por dentro.
“Estando en su tierra, la esperanza de la rana Anita, creció. Hubo una especie de metamorfosis en su interior, para reencontrase consigo misma y para imaginar un mejor futuro”.
Un pensamiento poético, cuando se lleva a la práctica, siempre resulta en un acto heroico para con uno mismo. Este acto nos lleva a un estadio más allá en la evolución de nuestra propia consciencia. Y esto es lo que este cuentopropone a los lectores.Realizar actos poéticos que nos saquen de nuestra comodidad, salir y experimentar el mundo, estar abiertos a encontrar el amor en la siguiente esquina, en una ciudad distinta, en una orilla nueva.
NARRACIONES
Los cuentos de Javier Villegas no son sermones, son narraciones en las que encontramos tesoros escondidos, aprendizajes que podemos trasladar a nuestras vidas diarias. De esta manera, el texto cumple su cometido de ayudar, a quien lo lee, a explorar las incertidumbres, los temores, las dudas internas a través de los personajes, y resolverlos de maneras que el autor vuelve posible.
Otro punto fascinante de Cuentos del Piche es que se ponen de relieve siempre a los animales. Y aunque también hay personajes humanos, como Juancito y su padre, Shemo, el cuidador del bosque y don Pancho Molocho, son los animalitos los que se roban la atención.
Los protagonistas de las historias son: un caballo blanco de paso fino que alegra la vida de un niño; un mono inconforme que quiere experimentar ser un animal distinto e incluso un ser humano; un sapo que emprende un viaje de regreso para reencontrarse con su amiguito; un búho que se atreve a ver la vida por el día, y una ranaenamorada que viaja por el mundo en busca del amor.
Y como personajes secundarios, tenemos a sapos, picaflores, un guacamayo azul, una vizcacha, un hada del bosque, un caracol, muchas luciérnagas, más sapos, ranas y otros colibríes.
Son enternecedoras las relaciones que establecen los niños con sus amigos animales. Este es el caso del primer cuento de la serie, “Cortaviento”, un hermoso caballo que nació para alegrar la vida de Juancito.
La relación se establece desde el nacimiento del corcel, que nació blanco, “blanco, como las nubes, blanco como el olvido”. En este cuento también tenemos acceso a una delicada descripción poética de esta relación niño-caballo.
“Una noche, Juancito soñó galopar de nube en nube sobre el lomo de Cortaviento. Por el brío, parecía un caballo alado. Galopaba con ardor, relinchando y agitando las patas continuamente. Tocaron las estrellas, el sol a punto de despertar, y arribaron a un valle hermoso, poblado de luz y aromas. Era un valle situado allá en el infinito”.
Lo onírico ocupa un lugar protagónico en esta historia, en la que el padre de Juancito le ayuda a interpretar algunos sueños, y el niño vive el sueño más real de todos cuando amansa a Cortaviento, quien engalanado con un “aparejo de lujo: estribos, florón y freno con piezas de plata”, lo cabalga, sintiéndose el mejor jinete, “con poncho blanco de lino, sobrero de ala ancha y botas de vaquero”.
Sin duda, Los Cuentos del Piche es un libro en el que los niños y los animales cumplen sus sueños. Y se siente como una acogedora brisa que te transporta a la infancia.