Cultura
Publicado el Viernes, 21 de Diciembre del 2018

Ambos vencieron obstáculos de la vida

La presente son dos historias de superación, coraje y amor propio, de dos personas con discapacidad; quienes en un primer momento sintieron el golpe de la vida, pero que ahora solo se trata de un recuerdo oscuro superado.
 
Juan Carlos Delgado Manosalva, de 42 años de edad, más conocido como Juanca, es un terapeuta que gracias a su trabajo ha logrado mejorar la vida de diversos clientes, que acuden hasta su casa ubicada en el pueblo joven Santa Rosa en Chiclayo.
 
Debido a un accidente que provocó el desprendimiento de su retina a los 8 años de edad, tuvo la difícil tarea de vivir siendo invidente, de olvidar lo que es la luz y la noche, pero claro la ayuda de sus familiares y sus ganas de luchar, le permitieron salir adelante, dejando sus frustraciones de lado.
 
“Es difícil entender que perdiste la visión a una temprana edad, pero poco a poco salí adelante, me interesé mucho por el sistema braille, terminé la primaria y secundaria en un colegio cercano a mi casa, para luego ir a Lima, donde logré estudiar para terapeuta”, mencionó.
 
El carismático Juanca ha continuado capacitándose en todo lo relacionado a terapia, lo que le ha permitido trabajar en diversos centros y saunas.
 
 
Decide independizarse
 
Pero el hecho de trasladarse a su centro de labores todos los días y cumplir un horario de trabajo no fue lo suyo. Después de mucho tiempo decidió independizarse y ahora maneja una cartera de clientes; quienes lo buscan por la calidad de su trabajo.
 
En su casa, ubicada en la calle 30 de Agosto Nro. 557 en el pueblo joven Santa Rosa, de Chiclayo, instaló su centro terapéutico donde brinda tratamientos para enfermedades físico-corporal, masajes y todo lo relacionado con reflexología.
 
“Me gusta hacer esto, me gusta lo que hago, ejercer lo que estudié y que el cliente salga contento por mi trabajo que finalmente se refleja en la disminución de su dolor en la espalda y todo su cuerpo”, acotó.
 
Él nos cuenta, que ser una persona con discapacidad nunca fue dificultad, para lograr sus metas, mucho menos para enamorarse y contar con una familia. Ahora está felizmente casado con una hermosa chiclayana, con quien tiene tres hijas.
 
Además, integra la Organización Regional de Ciegos, que recientemente ha participado en un campeonato de Futsal en Cajamarca, habiendo obtenido junto a sus compañeros el ansiado primer lugar.
 
 
Historia de superación
 
Si usted es amante de los dulces, no puede dejar de visitar el quiosco de “Don Chunguita”, una amable persona con discapacidad de 70 años de edad que oferta todo tipo de dulces.
 
Su nombre real es Juan Chunga Ortiz; quien lleva 14 años dedicados a la venta de golosinas en la esquina de la avenida Bolognesi y la calle Sarmiento. Es hincha del club Juan Aurich, prueba de ello son las llamativas imágenes que adornan su pequeño quiosco.
 
A este trabajador luchador, lo encontramos ayudado de sus muletas abriendo su pequeño quiosco. Una osteoporosis hizo que con el paso del tiempo su cadera se debilitara y fuera difícil mantenerse en pie sin usar muletas.
 
Con las ganas de superar y sacar adelante a su familia, realizó un préstamo bancario para comprar un vehículo y brindar servicio público.
 
Sin embargo, cuando llegó la enfermedad perdió todo lo que había conseguido en la vida, el vehículo, su familia y las ganas de vivir. Tuvo que pasar un buen tiempo para darse cuenta que todavía hay quienes lo estiman, poco a poco logró contar con un pequeño quiosco donde solo quepa él junto a sus pocos caramelos.
 
“Solo me acompañan mis caramelos y mi radio, aquí me paso casi todo el día vendiendo para sacar para mi almuerzo. No puedo decir que la venta es muy buena, pero al menos tengo la satisfacción de endulzar corazones todos los días”, nos cuenta entre risas.
 
Estas personas trabajadoras coinciden en indicar que su discapacidad física les ha permitido demostrar lo fuerte y capaces que son para alcanzar sus metas en la vida, sin importar si están solos o acompañados. Un ejemplo a seguir, para todos; sobre todo aquellos que sienten que no hay ganas para vivir.
 

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