A Reyna Cusi Vargas la vida no le ha sido fácil. El terrorismo que azotó nuestro país desde los años 80 la hizo una de sus presas y la golpeó sin piedad.
Muy joven tuvo que huir por su seguridad de su pueblo natal, la comunidad de Belén de Chapi, distrito de Chungui, en la provincia ayacuchana de La Mar y refugiarse en Andahuaylas donde rehízo su vida.
Hoy, a sus 41 años, con dos hijos gemelos de 19 años, y mucho dolor que prefiere no recordar, pero también con mucha esperanza, es una aplicada alumna de Electricidad Industrial en el Senati Andahuaylas.
Ya estudió cinco de los seis ciclos de su carrera y no ve las horas de terminar sus estudios y buscar un trabajo que la ayude a seguir sosteniendo su hogar pero con mejores ingresos. Admite, sin embargo, que no le será muy fácil por su condición de mujer, pero igual no se amilana.
Lo que está viviendo ahora Reyna no sería posible sin la oportunidad que le dio Beca 18, con su Beca Repared, beneficio exclusivo para las víctimas del terrorismo, creado en el 2012 para resarcir aunque sea en una mínima parte todo lo que los años de la insanía de la violencia le negaron a una gran cantidad de peruanos.
Reyna recuerda - con la voz quebrada - que fue uno de sus hijos quien la animó a postular la a Beca Repared.
“Yo voy a trabajar y cuando tú salgas (de estudiar) me apoyas”, recuerda emocionada las palabras de su hijo.
Indudablemente, con todo su historial de dolor, Reyna Cusi es un ejemplo de perseverancia y empeño.
“Si tienes un hijo, no te detengas, si tienes dos igual no te detengas. Porque ahora hay oportunidades y para lograr algo en la vida hay que sacrificarse. La única forma de salir adelante es estudiando y trabajando honradamente”, sostiene esta becaria.