El frío y las jornadas de trabajo eran extremos, que solo se superaban por el entusiasmo de los docentes participantes, quienes laboran en la modalidad de Jornada Escolar Completa.
Nos comparte: Roxana Zapata Pisfil.- Antes de la pandemia tuve la oportunidad de llegar a escuelas rurales para compartir capacitaciones en uso de las TIC. De algunas escuelas visitadas recuerdo una en especial cuya experiencia es imborrable, la I.E. San Juan Bautista que está ubicada a 3200 msnm, en el centro poblado de Choco en Yamango, de la provincia de Morropón, región Piura. Para llegar al lugar se viaja tres horas desde Morropón, por una carretera de trocha. El traslado se hace en camionetas y sus salidas no son muy frecuentes, depende de la demanda de pasajeros.
El frío y las jornadas de trabajo eran extremos, que solo se superaban por el entusiasmo de los docentes participantes, quienes laboran en la modalidad de Jornada Escolar Completa, por ello, cuenta con equipamiento tecnológico; mas, el Internet y la comunicación telefónica se buscaba en puntos clave del colegio.
Ver el entusiasmo y la asistencia del personal durante las jornadas de trabajo era gratificante. Usualmente este tipo de capacitaciones se organizan para docentes, pero especialmente aquí asistieron directivos, coordinadores, docentes, administrativos, vigilantes, personal de limpieza, en realidad todos los que se interesaron por el programa de capacitación, como anticipándose a la realidad que vivimos hoy con las clases a distancia y el trabajo remoto.
Si bien las escuelas JEC son implementadas con tecnología, lamentablemente a escuelas tan alejadas y cuyo acceso es difícil, es muy poco probable la frecuencia en capacitaciones. Tal vez por eso, cuando el equipo directivo les presentó la propuesta del programa de capacitación aceptaron sin reparos y ahora gozan de ese aprendizaje compartiendo con sus estudiantes, quienes pese a las dificultades procuran conectarse remotamente.
En toda experiencia nos quedan aprendizajes y esta para mí, fue una oportunidad. Guardo una especial admiración y respeto por los maestros rurales; pues en su labor alejada de la ciudad, compromete algo adicional: su tiempo, su familia y sus comodidades; porque además del trabajo propio de su labor, sacrifica la compañía familiar, pues vive en donde enseña y solo ve a su familia los fines de semana o una vez al mes, o quien sabe, cuando haya oportunidad de salir.
A través de estas líneas quiero rendir un especial homenaje a todos los maestros rurales por lo que hacen en este país con grandes brechas sociales y educativas, con oportunidades diferenciadas, maestros de los rincones más olvidados del Perú, pero que a pesar de ello no han dejado de ser grandes maestros.