Muchas madres del sector Salud y de la Policía Nacional del Perú están en la primera línea de combate durante esta crisis sanitaria. Ellas enfrentan a un enemigo que no pueden ver, pero se mantienen en pie por sus hijos y demás familiares que las esperan en casa.
La Industria se comunicó con Ana María Sosa Carrillo, una enfermera que labora en el área de Emergencia del Hospital Regional y que recuerda como si fuera ayer, cuando ingresó el primer paciente con Covid-19 al nosocomio. Su vida – así como la de sus compañeras – dio un giro total, pero todo ese esfuerzo vale la pena cuando las personas se recuperan.
“No puedo negar que existen momentos en los que nos sentimos cansadas y necesitamos un respiro. Nosotras nos preparamos para enfrentar la muerte; sin embargo, a veces es difícil ver que no puedes hacer mucho más frente a la gran demanda que tienes”, menciona con la voz quebrada.
El principal motivo de Ana María para continuar son sus dos hijos: Mariah Belén de nueve años y Francisco David de dos años ocho meses. A quienes, desde hace dos meses no puede abrazar por temor a ser una portadora asintomática del coronavirus y contagiarlos, pero el amor sigue intacto. Juntos han buscado la forma de demostrar su cariño. “Ellos me envían constantemente besitos volados”.
Y cómo no resaltar la historia de la enfermera Dorita Marilú Cortavarría Pérez, quien trabaja en el área de Hospitalización Covid-19 del hospital Regional. Ella procura cumplir al pie de la letra todas las pautas de bioseguridad en el nosocomio y en su hogar, donde la espera su hija Gia Valentina de tres años ocho meses y su esposo.
“Desde que inició la pandemia, solo he visitado a mis padres tres veces para llevarles sus alimentos. Cuando llego les cuido al máximo, ellos se colocan su mascarilla y no se acercan. Seguimos un protocolo de desinfección y luego me voy. Solo conversamos por teléfono o por videollamada. El dolor más grande para mi mamá de 58 años es no ver a mi pequeña, por eso utilizamos la tecnología”, subraya.
FUERZA
A estas mamás guerreras se suma, la mayor PNP Ana Rosa Portocarrero Tafur, responsable de la Comisaría de la Familia de Chiclayo. Quien considera que esta crisis sanitaria es totalmente diferente a todos los sucesos a los que se ha enfrentado en sus 24 años de labor. “Antes sabíamos contra qué combatíamos, pero ahora nuestra mayor fortaleza es Dios”, señala.
La agente policial menciona que la Policía es una institución noble que está al servicio de la sociedad y no puede ser indiferente a lo que acontece a su alrededor. Con mucha alegría, nos cuenta que, durante esta crisis sanitaria, están asistiendo a un niño de dos años dos meses que se quedó varado en Chiclayo con su mamá por el estado de emergencia y a un adulto mayor.
Con una voz firme, la mayor PNP, que tiene bajo su responsabilidad a cerca de 80 efectivos, indica que extraña a su hija Milagros Guadalupe de ocho años. A quien los primeros 15 días de la cuarentena no vio por seguridad, pero ahora visita dos veces a la semana, desde la puerta y ventana de su casa. “Le digo que la amo mucho y le escribo sus cartitas por whatsApp”, agregó.
Ana María, Dorita Marilú y Ana Rosa, son únicas y diferentes, pero todas tienen la esperanza de que pronto volverán a abrazar a sus menores hijos y demás familiares. Su mejor regalo del Día de la Madre, es que tú y yo nos quedemos en casa.