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Publicado el Domingo, 23 de Febrero del 2020

Lute: El Padre del Niño

Lo bautizaron así por el inmenso amor al Divino Niño del Milagro Eucarístico. “¿Y quién les ha dicho que por seguir a Cristo los van a aplaudir?”, es una de sus frases

 Amigo en las batallas más difíciles, el padre Lute se ha convertido en uno de los personajes nacionales más queridos por esa sencillez y humildad que irradia naturalmente, así como la fuerza y empeño en una lucha que debe involucrarnos a todos los peruanos.

Recuerdo que desde que llegó a Ciudad Eten algunos comentarios entre los pobladores eran “ha llegado un padrecito juguetón”, “cuenta chistes en la misa y también es fuerte en sus mensajes”, “a los que encuentra en la calle les dice que vayan a misa”. Poco a poco empecé a conocerlo y un día le comenté que mi pequeño Fabián era demasiado inquieto y me preocupaba recibir algunas quejas del colegio. Su respuesta fue “Yo de niño era peor, tráelo para que sea acólito y juegue fútbol con nosotros”.

Para el padre Eleuterio Vásquez Gonzales “Lute” los niños siguen siendo sus preferidos y a él no le resultan un problema, sino una bendición. Su amor a los más pequeños se refleja en su ferviente devoción al Divino Niño del Milagro Eucarístico.

Natural de Montán Mayo, distrito de Chancay Baños, provincia de Santa Cruz, región Cajamarca, el padre Lute nació un 20 de febrero de 1962. Es hijo de Sebastián Delgado (quien lo crió porque a su padre biológico no lo conoció) y Domitila Gonzales. Es el mayor de 12 hermanos: Gina, Graciela, Vidal, María, Gladys, Leidy, Marleni, José, Elver y Juan.

“Nosotros lo queremos mucho, a todos nos motiva a trabajar duro porque desde niño siempre fue muy trabajador”, refiere su hermana Graciela. También su hermana Vidalina se ha inclinado por el hábito y ahora ha sido bautizada como Sor Josefina de la Caridad.

Su amor a Dios lo evidenció desde muy pequeño. A los 11 años ingresó al Seminario Menor de Santa Cruz (actualmente ya no existe) y luego pasó al seminario Santo Toribio de Mogrovejo de Chiclayo, donde fue ordenado sacerdote por Monseñor Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea, quien tenía especial cariño por el padre Lute y frecuentemente visitaba a su familia.

Montán Mayo es un poblado bendecido pues allí nacieron muchos sacerdotes. La primera misa que ofició padre Lute fue en su tierra natal. Posteriormente fue párroco en Santa Cruz por espacio de cinco años. Precisamente cuando estuvo allí, ayudó al distrito de Pulán a convertirse en punto de referencia espiritual y en un lugar de peregrinación. Recientemente se declaró como Santuario Diocesano a la capilla de la Virgen de los Remedios, en el caserío Litcán, distrito de Pulán y actualmente el Santuario pertenece a la Diócesis de Chiclayo.

Su labor pastoral continuó luego en la parroquia San José Obrero del distrito de La Victoria donde muchos pobladores lo recuerdan con gran afecto y ahora lo visitan regularmente en Ciudad Eten. Lo mismo ocurre con la gente de Batangrande e Incahuasi, donde también fue párroco.

LABOR TITÁNICA EN CIUDAD ETEN

“¿Quién no tiene problemas?”; “¡Vamos, a levantar ese ánimo!”; “No pasa nada, mirada al frente”; “¿Y quién les ha dicho que por seguir a Cristo los van a aplaudir?”; “No dejemos de orar por los hermanos cuyo corazón necesita de Dios”; “El hospital es el mejor lugar para entender la vida”; “Si no se puede, no se puede, pero nunca dejen de intentar”, son algunos de sus miles de mensajes de fe y esperanza, porque para el padre Lute los problemas son parte de la vida y necesitamos crecer como personas en la fe. Su vida es estar en oración frente al Santísimo y visitar a los enfermos. Y en todo lugar su principal tema de conversación es el amor a la Eucaristía.

“Ciudad Eten es un lugar privilegiado. Vayan a visitarlo para contarles la historia del milagro ocurrido en 1649 cuando se apareció el mismo Jesús hecho Niño en la Hostia Consagrada. Fue un momento maravilloso y estoy seguro que muy pronto nuestra Santa Madre Iglesia reconocerá como Ciudad Eucarística a Eten”, les dice a todos los que encuentra en el camino. El milagro ocurrido en Ciudad Eten es único en América Latina y cada vez son más los peruanos que se suman a este anhelo que le dará al Perú gran importancia en el mundo cuando se convierta en centro del turismo religioso.

Hay tanto que contar de este sacerdote, cuya presencia o ausencia genera siempre gratos recuerdos. Lo bautizaron como el “Padre del Niño” por el inmenso amor al Divino Niño del Milagro Eucarístico y ese amor y fe es también de parte de sus hermanos y su madre a quienes les ha realizado muchos milagros. En Trujillo, cuando se llevó la imagen del Niño del Milagro para ser bendecida por el Papa Francisco, no se dio por vencido hasta no entregar a Su Santidad el sombrero que con amor le enviaban desde Eten. Se sentó en el piso a esperar a que lo recibieran, pues su filosofía es: “Para que te atiendan hay que estar ahí, no darse por vencidos, insistir, hasta que por cansancio te atiendan”.

Llegar a Ciudad Eten fue un regalo divino para el padre Lute y mucho más para quienes vivimos aquí.

Jesús León Ángeles-Periodista

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