Nos comparten: Corresponsal: Luis Andrés Castro Palmer (13 años).– En la provincia de Ferreñafe, distrito de Pítipo, se encuentra el pueblo de Mayascón, que ha decidido conservar sus bosques secos y el tesoro que estos guardan: los Jagüeyes de Mayascón.

Mayascón fue el nombre de una próspera hacienda, extendida sobre las faldas de los bosques de Laquipampa, tierra del oso de anteojos. Esta hacienda fue propiedad de Juan Aurich Pastor, terrateniente adinerado de la ciudad de Chiclayo.

En 1851 esta hacienda pasó a ser la proveedora de la Fábrica de Chocolates “Mayascong”, la cual producía el mejor cacao de Lambayeque. De aquellos tiempos dorados hoy quedan los arcos y patios empedrados, calcinados bajo el ardiente sol norteño, como mudos testigos de aquella empresa.

UN BOSQUE DE EXTREMOS

Treinta minutos de caminata en un bosque mágico y de antigua ocupación humana es lo que toma llegar a los jagüeyes.

El visitante admirará las hermosas flores que abundan en este bosque “seco”: el papelillo, el overo; entre los árboles que rodean el sendero se encuentran el palo santo o quebracho de olorosa madera; el zapote; junto a cactus de diversas formas y tamaños. Una piedra enorme en medio del bosque sirve de mirador natural al cerro Cabeza de León.

A la sombra de los higuerones, florece la vida. En los árboles trinan las aves, en las pozas nadan lifes y mojarras, todo rodeado de un aire fresco y confortante. En las cimas más escarpadas aún habitan el oso de anteojos y el puma, ahí relegados por la mano del hombre.

MANANTIALES

DE VIDA

La palabra jagüey procede del quechua, significando puquio o manantial. Estos jagüeyes proceden del cerro Calavera. Los más anchos son aptos para la recreación y los más pequeños, imagino son bebederos para los pajaritos.

Queridos lectores, les animamos a visitar los Jagüeyes de Mayascón, como parte de la riqueza natural de nuestro Perú. Mayascón y sus jagüeyes permiten al visitante pasar un tiempo en familia, apreciando lo que nos brinda la naturaleza.