Nos comparte: Elizabeth Rosa Monteza Ramírez.–Esta reflexión parte de la palabra participar que procede del latín participare cuyo significado es “tomar parte”. Esto quiere decir “contar con la capacidad de conocer y poder influir en decisiones que afectan a este asunto, además de adquirir una cuota de responsabilidad en lo finalmente decidido”, expresa Francisco Alberto García Sánchez, de la Universidad de Murcia.

Se hace necesario entonces fortalecer la labor de las Escuelas de Padres: cada maestro y maestra tenemos que aprovechar estos espacios dedicados a inculcar conocimientos e información a las familias para que se desarrollen como padres y madres y poder mejorar sus actitudes.

El docente debe contribuir a que los padres asuman su nivel jerárquico por encima de los hijos, además de su poder necesario para controlar su conducta y guiarles en la vida; tal como lo sostiene Carlota Abad Miguel: “Hacer ver y potenciar en los padres su posición superior en el nivel jerárquico familiar”.

Es interesante también grabar y tomar fotos –siempre con permiso de los familiares–, en las sesiones de los niños en las aulas, para que, posteriormente, los padres lo puedan ver y observar cómo se comportan sus hijos en clase con respecto a sus casas, y contrastar lo que dice el maestro con la realidad. Esta experiencia ha sido muy gratificante, aprovechando la tecnología diariamente les transmitía, la labor con mis estudiantes.

Además, es conveniente comunicarse con las familias mediante los servicios tecnológicos, y hacerles recomendaciones sobre programas de televisión interesantes para que vean sus hijos, técnicas de estudio, libros para refuerzo e informarles de cualquier evento que lleve a cabo en la escuela, porque la familia y la escuela son dos agentes totalmente relevantes para la formación educativa de los niños, fomentan la conexión y organización entre familia-escuela.