Desde el jueves de la semana pasada tenemos la suerte de ver restaurada una de las películas más emblemáticas de nuestro cine en los años 80: Juliana Por ello, el escritor, novelista y periodista cultural Ernesto Carlín emitió un comentario del filme.
Narra la historia de Juliana, una adolescente que debe trabajar para sobrevivir con su familia. Ante los abusos de su padrastro, abandona su hogar y se convierte en Julián para poder vivir en la calle.
Aunque parezca, el tema central no es tanto la realidad de los “pirañitas” en los años ochenta, sino los problemas que deben enfrentar las mujeres desde que son muy pequeñas.
Juliana, incluso antes de escapar de su hogar, adopta comportamientos que se relacionan más con los varones, como jugar fútbol o pelearse e insultar con palabras de alto calibre.
El acabado que le ha dado la restauración es impecable, ayudando al espectador a recordar –o conocer– esa difícil época de nuestro país.
Algunas escenas resaltantes son las noches en que los niños van contando sus fantasías y problemas a los demás, con el rostro iluminado y el resto en penumbra.
Otros momentos de interés es cuando se les muestra en otras facetas distintas a pedir limosna, como su excursión a la playa o su paseo al entonces nuevo centro comercial Arenales.
Hay una escena clave para entender el momento histórico, pero que transcurre de forma soterrada. Es cuando se desarrolla el entierro de un militar en el cementerio frecuentado por los menores. Casi imperceptible se ve en un nicho anónimo una pinta a un grupo subversivo, mientras que Juliana y amigos lucen imperturbables.
Imperdible: la actuación de Julio Vega como Don Pedro, el explotador y, en cierta retorcida forma, protector de los muchachos, comentó Ernesto Carlín.