Especiales
Publicado el Sábado, 30 de Noviembre del 2019

Preparación de una fiesta singular

El último jueves de noviembre de cada año, en los Estados Unidos, se celebra el día de Acción de gracias;  y para ponerlo en palabras difíciles, como se le llama originalmente el Thansgiving.  Esta es una de las más importantes tradiciones que se celebran en el país americano. 
 
Siendo aún una fiesta con tinte religioso de acción de gracias a Dios, es celebrada por todos los estadounidenses, creyentes o no creyentes. Podríamos decir que esta fiesta nos ubica ya en los días especiales para rememorar la fiesta de la cristiandad.
 
Por eso, la Iglesia tiene la particularidad de recordar durante el año los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. De esta forma, mantiene al fiel en la auténtica y gozosa comunicación con Dios, nuestro Padre, en forma diaria.
 
Esto se hace a través de lo que se denomina el Año Litúrgico. Tiene un desarrollo paulatino, por medio de lo que se llama adviento, navidad, cuaresma, pascua y tiempo ordinario. Cada uno de ellos evidencia los distintos momentos de la vida del Señor.  
 
Vale decir que todo el año litúrgico nos eleva al sentido de trascendencia y permanencia de lo eterno que desea para nosotros la evocación de lo sagrado. Todos los días del año son un motivo para encontrarnos con Dios, por medio de la liturgia, en la que Cristo es el Liturgo por excelencia.
 
TIEMPO DE CONVERSIÓN
El término Adviento proviene del latín adventus que significa llegada, venida del Redentor.  Se trata del anuncio de la venida, de la llegada del Mesías. El año litúrgico se inicia con este tiempo llamado Adviento, que indica una preparación de cuatro semanas, previas a la fiesta del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
 
Sin entrar en discusiones históricas sobre el nacimiento de Jesús, sencillamente, se trata de prepararnos para este magno evento que aviva la cristiandad y recuerda un hecho singular en la historia de la humanidad. De lo que se trata realmente es de prepararnos espiritualmente para tan digna recordación de suceso tan especial.
 
El Adviento es, por tanto, un tiempo de preparación para la celebración del nacimiento de Jesucristo. Tiempo fuerte para incidir en la necesidad de una continua conversión que necesitamos siempre, a fin de fortalecer nuestra alma y lograr una salud espiritual auténtica. Tenemos la oportunidad creciente para dirigir nuestros pasos por los caminos verdaderos de la vida recta y segura para llegar al cielo. 
 
El seguidor de Jesucristo constantemente ha de aplicarse el reto de seguir purificándose en vida. Para eso, ha de cuidar con constancia la vivencia de una vida austera y penitente.  Salvando las distancias de algunas prácticas penitenciales que vivían algunos santos, se ha de respetar el espíritu de penitencia que cada uno pueda vivir.
 
EXHORTACIONES 
Durante este tiempo se exhorta a los fieles a prepararse dignamente para celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo, ya que es Cristo quien toma la carne mortal para darnos una nueva vida espiritual que nos enriquece singularmente.
 
A Cristo Redentor lo podemos encontrar personalmente en el Sacramento de la Eucaristía, que nos concede su gracia santificante, de manera tal que nos ofrece su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y así accedemos al Trono de su gracia alentadora.
 
Las lecturas bíblicas de los días finales del año litúrgico, esto es las últimas semanas del tiempo ordinario nos han tratado de ubicar en la preparación para su venida final, quien viene como juez, en la muerte y en el fin del mundo.
 
Las lecturas bíblicas de todo el Adviento nos permite reflexionar sobre la Sabiduría Divina, la Llave de David, el Sol Naciente, que nos libra de las tinieblas y nos adentra en el panorama de Luz que no tiene ocaso. 
 
Evidentemente, hemos de entrar en un ambiente lleno de honestidad, de acuerdo a la dignidad de quien esperamos que venga.  Hoy que en el Perú, podemos ser testigos de una serie de hechos que rayan en la corrupción, hemos de ser fiel testimonio de la vivencia de la doctrina de Jesús, que ha venido a ofrecer un reino de justicia, de amor y de paz en la tierra nuestra, que es la “casa común” de todos.
 
Ante la cercanía de Jesús, lo que hemos de hacer cada uno de nosotros es crear un ambiente interior de expectación a la venida del Príncipe de la Paz, tal como lo presenta el Profetas Isaías, con marcado realismo.   
 
De la misma forma, la Iglesia habla del Jesús histórico que viene en su gloria; en quien se llegan a cumplir todas las profecías, el Anunciado de tantos siglos esperado, el Mesías que da luz a nuestra alicaída existencia nos llena de su dulzura y de su paz verdadera. La preparación de nuestra alma para ceñirnos a los caminos del Señor han de ser la mejor muestra de adhesión a su palabra de auténtica verdad.
 
UN POCO DE HISTORIA
La página de ACIPRENSA, popular sitio católico nos ofrece un destacado anuncio histórico del Adviento, haciéndonos saber que proviene de un Sínodo efectuado en Zaragoza en el año 380, cuyo cuarto canon prescribe que desde el 17 de diciembre hasta la fiesta de la Epifanía no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia. 
 
Asimismo existen dos homilías de San Máximo, obispo de Turín (415-466), tituladas “In Adventu Domini”, aunque no hace referencia a ningún tiempo especial. El título puede ser la adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente de San Cesáreo, obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre el asunto. 
 
También se puede avisorar el Adviento en un Sínodo efectuado en Mâcon, en Galia (581), en su canon noveno que ordena que desde el 11 de noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al rito de Cuaresma los lunes, miércoles y viernes de la semana. El Sacramentario Gelasiano anota cinco domingos para el Adviento; el Papa San Gregorio VII (1073-1085) redujo estos cinco a cuatro. La colección de homilías del Papa San Gregorio I (Magno) (590-604) empieza con un sermón para el segundo domingo de Adviento.
 
LA CORONA
La difundida Corona de Adviento que veremos en estos días previos a la Navidad nos permite ir creando un ambiente propicio de reflexión cristiana, con vistas a adentrarnos en el misterio trascendental de la vida cristiana: el nacimiento de un niño que nace pobre en el pesebre de Belén.
 
Lo que se pretende, a través de esta costumbre cristiana es hacer que la familia se encuentre reunida cada domingo y reflexione sobre el sentido de su vida, recordándonos cada domingo y uniéndonos al mensaje de Jesucristo, que nos ha venido a traer paz y amor a esta tierra.
 
Hoy que no dejamos en paz al celular y estamos tan entretenidos en este aparatito, que nos aisla de los demás, es necesario que por unos momentos entremos en ambiente y pensemos un poquito más en nosotros mismos, en Dios y en los demás.
 
No hay un esquema fijo de programación de cómo tiene que ser el programa de esta celebración. Hay un sin número de guías o esquemas para estos domingos; aunque cada familia puede organizarla como mejor le parezca. Lo importante es crear un ambiente de reflexión y entrar en diálogo directo con el Creador. Buen adviento para todos, que nos inicia a la fiesta de la cristiandad.
(Por: Fidel Purisaca Vigil-Sacerdote)

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