Cultura
Publicado el Sábado, 30 de Noviembre del 2019

“Todos los libros tienen que ser un desafío”

António Lobo Antunes en su estudio.
La Fundación Catalunya La Pedrera ofrece la octava edición del ciclo Converses a la Pedrera, que pretende estimular el pensamiento crítico dando voz a intelectuales de primer orden de diferentes campos de la cultura, la sociedad o la ciencia. Dentro de este contexto, António Lobo Antunes (Lisboa, 1942) ha acudido a la ciudad condal a presentar su nueva obra, De la naturaleza de los dioses (Literatura Random House), una novela sobre las grandes familias lisboetas que plantea los dilemas morales que conllevan la corrupción y el poder. El autor se ha mostrado emocionado por volver a la ciudad y ha querido recordar a viejos amigos como Juan Marsé, Ana María Moix –de quien ha dicho que era tan mujer que no tenía miedo a ser hombre–, Carmen Balcells, Manuel Vázquez Montalbán o Pere Gimferrer, por quienes ha confesado sentir una envidia buena ya que los considera mejores que él.
 
Nos hallamos ante una historia familiar que pretende hablar de lo que ocurría en los hogares en los que vivían los ricos. “Las familias adineradas vivían todas juntas cerca de Lisboa, se protegían. Yo me he criado en un entorno más o menos así. Nací y crecí en una familia privilegiada que venía de Brasil”, explica el escritor. “Me interesaba el choque entre las diferentes culturas. Mis padres vivían en una casa muy grande en Benfica, un barrio muy pobre. A mí me parecía muy raro porque salía a la calle y todo era muy humilde pero en casa era completamente distinto, había estatuas en el jardín. Vivía a caballo entre dos mundos completamente opuestos”. Las clases sociales estaban muy marcadas, no existían, por ejemplo, los matrimonios entre miembros de distintas categorías.
 
Lobo Antunes quería hablar de esta época pero no de una forma evidente, y así es como nació su última obra, “quería escribirla de una manera en que el lector pudiera entender de qué se trataba sin ser dicho”. Fue complicado encontrar esa sutileza pero el autor afirma que para él todos los libros tienen que ser un desafío: “tienes que estar seguro de no ser capaz de escribir un libro para poder empezarlo, ¿si no, qué interés tiene la vida?. Tiene que ser una lucha constante contra las palabras, contra la imposibilidad de llegar a escribir”. Tras finalizar su última obra Diccionario del lenguaje de las palabras, todavía inédita, afirma que ha sido todavía más problemático escribir ya que considera que se trata de su mejor trabajo.
 
La dicotomía en la que se educó ha marcado su trayectoria de la misma manera que lo ha hecho su participación en la guerra de Angola. Cuando con veintiséis años terminó sus estudios de Medicina fue llamado al ejército. Se planteó la posibilidad de huir a París para hacer la revolución pero enseguida se dio cuenta de que la revolución hay que hacerla desde dentro.
 
Podemos encontrar ecos de esa época que pasó en África en el libro, y es que él mismo afirma que hay sucesos que lo persiguen todo el tiempo: “Un hombre vuelve de la guerra muy diferente, yo volví muy cambiado”. Su experiencia en combate ha sido una constante en su literatura ya que presenció momentos de extrema violencia a la vez que admiraba cómo África era un lugar de una belleza sin igual. “¿Cómo es posible que se muera y se mate en un país tan extraordinario?”, se pregunta el escritor. Con su libro ha querido ofrecer un tributo a los compañeros tan humildes, generosos y valientes que lucharon junto a él.
 

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