Los restos mortales del filósofo francés Michel de Montaigne, de cuya ubicación no había certeza tras los sucesivos traslados experimentados desde su muerte en 1592, parecen haber sido hallados en el sótano de un museo de Burdeos, según un equipo de arqueólogos que los examina.
El ensayista, uno de los grandes humanistas de la Historia, falleció en su castillo de Saint Michel de Montaigne, cerca de Burdeos, y un año después su ataúd se instaló en el convento de los Feuillants de esa ciudad, donde se encuentra el actual Museo de Aquitania.
En 1802, el convento fue sustituido por un instituto y su cuerpo trasladado a la capilla, pero cuando esta se incendió fue trasladado temporalmente al cementerio local.
Aunque desde 1886 volvió a esa institución, reconvertida en Facultad de Letras y posteriormente en museo, desde entonces su tumba, prácticamente olvidada y escondida, no se había abierto ni verificado.
Hace un año, una primera observación con una cámara permitió detectar en la misma una placa con el nombre del filósofo y huesos, y esta semana los expertos procedieron a su apertura, cubiertos con monos para evitar contaminar los restos.
En su interior se halló también una caja cilíndrica con un papel con la supuesta acta de inhumación del literato. “Una especie de cápsula del tiempo”, como si sus responsables, según Vedrine, hubieran querido dejar claro de cara al futuro quién se encontraba dentro.
Aunque por lógica tendría que ser De Montaigne, a lo largo del año que viene se efectuarán análisis de ADN y otras comprobaciones para tenerlo claro, añadió el director del museo, contento de que todavía haya descendientes que puedan contribuir en el proceso.
El filósofo, alcalde de Burdeos de 1581 a 1585, padecía cálculos renales y fracturas en las piernas como consecuencia de una caída de caballo, unos indicios que también pueden dar pistas a los expertos