El tenor español Plácido Domingo recibió ayer lunes una cálida ovación en la Ópera de Zúrich (Suiza) con su encarnación de Nabucco en la ópera homónima de Verdi, un papel con el que regresa a los escenarios de Europa tras dos meses complicados en EEUU por las acusaciones de acoso sexual en su contra.
Gritos de “bravo” acompañaron durante toda la actuación al español, quien mostró un buen estado de ánimo y voz y derrochó emociones en el papel del rey babilonio que, creyéndose un dios, se vuelve loco.
Y fue precisamente en el aria del principio del cuarto acto, la del “dios impío” en la que Nabucco recupera la cordura, cuando el público interrumpió la obra medio minuto para dedicar sonoros aplausos al español.
También al final de la ópera le esperaron 15 minutos de ovaciones, en los que Domingo tuvo que saludar con reverencias varias veces en el escenario junto a sus compañeros de elenco, en el que también destacó la soprano Oksana Dyka en el papel de Abigail, la pérfida hija de Nabucco.
El público esperó largo tiempo a Domingo al final de la velada para la tradicional firma de autógrafos, y algunos habían venido de muy lejos para ello, como la empleada bancaria Lan Xiao, quien dijo haber viajado desde China para poder ver al tenor.
“Es una inspiración para mucha gente, ha ayudado a los jóvenes de mi generación, y no creo ninguna de las acusaciones que le han lanzado”, señaló a Efe.
La local Kristina Tarnader, otra gran fan del tenor, tuvo que quedarse a la entrada del teatro porque la taquilla colgó el cartel de “no hay entradas”, pero se coló al final de la representación para fotografiar a Domingo en la tanda de saludos.
“Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y para mí de momento es el mejor cantante del mundo, junto a Pavarotti y Carreras”, aseguró a Efe.