Cultura
Publicado el Lunes, 23 de Septiembre del 2019

A Stephen King le asusta que la vida se esté pareciendo a su obra

Los paralelismos entre sus tramas y los eventos actuales resultan claros en su nuevo libro, cuyos protagonistas son niños que fueron separados de sus padres a la fuerza y encerrados

 Dentro de cada historia terrorífica sobre un payaso asesino que cambia de forma, un padre homicida en un hotel embrujado o un virus mortal que acaba con la población del planeta, el prolífico e incansable escritor ha sabido transmitir sentimientos igualmente poderosos; fortaleza, altruismo e incluso esperanza. Tal vez por eso tantos lectores –muchos de los cuales descubrieron sus libros en la infancia–, han mantenido su lealtad a lo largo de sus 45 años como narrador.

A punto de cumplir 72 años, el autor está por publicar su sexagésima primera novela, El instituto, cuya trama gira en torno a unos niños que tienen habilidades sobrenaturales y son reclutados a la fuerza para ser parte de un estudio, a cargo de una organización oscura que luego los desecha de manera brutal cuando dejan de ser útiles. Quienes encasillan a King como un escritor de novelas de terror se sorprenderán por la calidez que hay en un libro que pareciera tener tanta sangre fría.

El concepto del libro se remonta a la época en que King –quien ha desarrollado personajes psíquicos similares en libros como Carrie, El resplandor, Ojos de fuego y La zona muerta– imaginó que existía una escuela llena de niños con habilidades extraordinarias, hace ya más de veinte años. Cuando comenzó a escribir el libro, en marzo de 2017, pensó que no quería que fuera un relato de terror, sino una historia de resistencia: Luke, un genio telequinético de 12 años; Kalisha, adolescente que puede leer la mente de las personas, y Avery, canalizador de poderes que tiene 10 años, organizan una rebelión desde su centro de detención.

“Quería escribir sobre cómo la gente débil puede tener fortaleza”, dijo King en una entrevista telefónica desde su casa en Bangor, Maine. “Cada uno de nosotros está en una isla, y a la vez podemos gritarnos unos a otros y unirnos, y entonces se forja ese sentimiento de comunidad y empatía. Me encanta. Me encanta que las historias tengan eso”.

“Aunque eso no funciona con el estilo de una homilía”, agregó. “Suena empalagoso cuando solo dices: ‘Los amigos mejoran las cosas’. Pero cuando lo cuentas en una historia, la gente entiende. Todo el mundo quiere tener un amigo porque, básicamente, la vida es una empresa solitaria”.

King reconoce que El instituto comparte esa temática con Eso (It), su épica novela de 1986 y la que despertó una nueva ola de adaptaciones de la obra de King para cine y televisión tras el éxito de la película de 2017. La secuela It: capítulo dos, que adapta la otra mitad de la novela con las versiones adultas de los personajes, ya se estrenó en cines. Las tramas de Eso y de El instituto son totalmente distintas, pero en el fondo de ambas historias hay algo que el autor dice que le importa cada vez más estos días: no generar miedo, sino disiparlo.

“Uno de los desafíos, cuando has vivido tantos años como yo y piensas que has explorado todos los rincones de tu alma, es que tienes que preguntarte: ‘¿Qué es lo que realmente me preocupa? ¿Qué cosas me importan?’”, explicó King. “Bueno, me importa la amistad. Me preocupa que haya un gobierno que tiene demasiado poder y que tratará de hacer cosas pensando que los fines justifican los medios. Me importa la gente indefensa que trata de defenderse. Todas esas cosas están presentes en El instituto”.

Todavía puede escribir escenas macabras y desgarradoras, pero los amigos de King dicen que han notado un cambio en sus relatos. “En general, la mayoría de la obra reciente de Steve se ha vuelto más optimista”, comentó Bev Vincent, autor de The Stephen King Illustrated Companion y co-editor, junto con King, de la antología de cuentos Flight or Fright. Vincent se refiere así a libros de King como Elevación, una novela corta cómica sobre un hombre que literalmente se quita el peso del mundo y comienza a vagar a la deriva, o La caja de botones de Wendy, que King escribió con Richard Chizmar, editor de Cemetery Dance Publications, y trata sobre un artilugio que da buena fortuna a ciertas personas al tiempo que inflige desgracias en otras.

 

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