Cultura
Publicado el Miercoles, 04 de Septiembre del 2019

La industria del audiolibros rescata a los lectores perdidos

Germán Gijón pone voz, entre otros libros, a las últimas entregas de ‘Millennium’.

 Las líneas narradas al oído buscan recuperar a quienes no tienen tiempo o capacidad de atención para la palabra escrita. El 50% de los consumidores de audiolibros no había leído ningún libro en los últimos 12 meses. La literatura se reinventa en sonido para detener la sangría de lectores en la era de la multitarea.

“Me fui a la cama con la voz de Germán Gijón”. Al propio Germán Gijón casi le da un soponcio cuando leyó la frase en una revista. “Menos mal que no lo ha visto mi mujer...”, recuerda risueño entre calada y calada de un cigarrillo electrónico de olor dulzón. Y sin embargo, cada vez más y más lectores se acuestan, efectivamente, con su voz grave y su locución pausada. Con ella en el oído, se entiende.

Germán Gijón es uno de los pocos privilegiados que sabe ya cómo termina la saga Millennium, que se estrena este martes tanto en libro como en audiolibro a través de la plataforma Storytel. No en vano, lo ha sido todo en el noir nórdico desde que tomara el relevo David Lagercrantz: de la estrafalaria Salander al siempre comedido Blomkvist, pasando por el propio escritor. Desde hace algún tiempo, Gijón combina el doblaje intensivo de telenovelas turcas con la lectura de libros en voz alta. Como un cuentacuentos de la era moderna, a Gijón lo podemos escuchar desentrañar el perfil menos conocido de Steve Jobs como poner voz a Tolstói en una reflexión sobre la ambición.

En realidad, el propio Lagercrantz confiesa que le encantaría poner voz a la narración de La chica que vivió dos veces. “Siempre he soñado con hacer teatro, así que para mí, poner voz a mis propios personajes habría sido maravilloso”, reconoce en conversación con PAPEL vía correo electrónico, “aunque me enorgullece ver que mis audiolibros cruzan fronteras”.

“Es maravilloso ver cómo los audiolibros están devolviendo a la gente a la literatura”, reflexiona el escritor sueco, que se confiesa audiolector: “He escuchado cosas fantásticas y otras menos fantásticas”, bromea. Él mismo lee en voz alta durante el proceso de escritura, porque para él “escribir es como la música”: “Tu prosa tiene que ser como una pieza musical. Tiene que funcionar”.

El audiolibro llegó a España por Valencia a bordo de un estudio que mira al Palau de la Música desde el otro lado de una avenida que hoy está achicharrada por la ola de calor. Y lo hizo impulsado por el instinto de supervivencia de una profesión ahogada por el cierre de Canal 9. Corría el año 2014 y aquello era renovarse o morir; y fue renovarse.

Todo comenzó con una lluvia de ideas. Benjamín Figueres y Milton Font, dos hombres del cine y del doblaje, se asomaban al abismo de tener que cerrar su estudio y decir adiós a 25 años de carrera. Miraron al otro lado del charco y atisbaron una tabla de salvación: allende los mares despuntaba una industria inexplorada en España; es más, crecía a un esperanzador 20% anual. El gigante Amazon hacía gala allí de su propia plataforma de audiolibros, Audible –que por cierto traerá a nuestro país el próximo invierno– y Figueres y Font arrancaban aquí su propia aplicación, una incipiente audioteca de clásicos cuyos derechos negociaban con los traductores a puerta fría.

De aquello hace algo menos de cinco años y algo más de medio millar de audiolibros, en un estudio que rebosa actividad pese a la quietud estival. Kilohercios y Decibelios arrancó una industria que no ha hecho más que crecer en un país en el que, en cambio, el 32,8% de la población reconoce que no lee “nunca o casi nunca”, según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros de 2018 elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España.

El 48% de los audiolectores tiene menos de 35 años y el 52% de las escuchas se realizan ‘in itinere’.

“No leemos porque no tenemos tiempo, o porque nos hemos ido hacia otras formas de entretenimiento”, apunta Maribel Riza, publishing manager de Storytel, algo así como el Netflix sueco de los audiolibros. Dice Riza que el 50% de sus usuarios no había leído ningún libro en los últimos 12 meses, “eran lectores que ya habíamos perdido”. Así que el audiolibro se presenta no ya como alternativa a la letra impresa, sino como complemento para la agitada vida moderna, en la que eso de centrar la atención en una única actividad sin atender al mundanal ruido es un lujo casi inconcebible, máxime para las nuevas generaciones criadas en la constante multitarea.

Lo confirman los datos: el 48% de los audiolectores tiene menos de 35 años y el 52% de las escuchas se realizan in itinere, en el transporte público o en el coche camino al trabajo.

Riza es el eslabón que une a la plataforma con las editoriales, así que ha visto de primera mano cómo crecía el interés de un sector en plena sangría. Penguin Random House, el primer sello que apostó por la literatura narrada, no contaba ni 60 títulos en Español en 2016; terminará el año con alrededor de 1.000.

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