Como era de esperarse, el presidente Donald Trump apareció triunfante y enarbolando una copia de la primera página de un diario estadounidense con un título enorme que dice ‘Trump, absuelto’ en un evento en el Congreso y luego en otro en la Casa Blanca.
Rodeado de congresistas, miembros de su familia y casi todo su gabinete que no paraban de ovacionarlo, el presidente de los Estados Unidos describió el proceso en su contra como un “calvario” ideado de manera fraudulenta por un Partido Demócrata “corrupto y malvado” que lleva tres años tratando de sacarlo del poder.
“Nos tocó ir hasta el infierno y de manera injusta. Yo no hice nada malo. Admito que me he equivocado en mi vida, pero no a propósito”, dijo el mandatario mientras agradecía personalmente a cada uno de aquellos que jugaron un papel a lo largo del proceso de destitución.
Prueba de que no está dispuesto a “pasar la página”, Trump la emprendió contra sus enemigos, especialmente la líder de los demócratas en la Cámara, Nancy Pelosi, y el presidente de la Comisión de Inteligencia, Adam Schiff. “Ellos son sanguinarios, malintencionados. Schiff es una persona terrible, cruel. Pelosi es una persona terrible.
Ella dice que reza por mí. Dudo que siquiera rece, menos por mí” añadió.
Y predijo, quizá más en chiste, que los demócratas probablemente tratarán de destituirlo otra vez porque le quieren hacer pagar la pena máxima así sea por cruzarse una calle por donde no está la cebra.
“Pero siempre los he derrotado, y si me toca los derrotaré otra vez”, dijo un confiado presidente que, además de su absolución, recibió la buena noticia de una encuesta de opinión que cifra su popularidad en el 49 por ciento. La más alta que recibe desde que llegó a la Casa Blanca.