Pareciera por tanto que esta sensilidad ha tocado todas las hebras de nuestro ser, pero hay una que no sólo no ha sido tocada sino que pareciera haberse endurado, y que ya nada la suaviza, me refiero a la conciencia por el cuidado de este planeta, espacio geográfico y físico que albergara al hijo de Dios hace mas de dos mil años, y que hoy, sobre todo por estas fechas sufre los vejámenes de un pueblo que no sólo se está olvidando de celebrar a Jesús, sino que se ha propuesto acabar con la creación contaminándola, destruyéndola so pretexto de celebrar el nacimiento del hijo de Dios, cuando hoy sólo somos el pueblo que celebra la vida destruyendo el único lugar que tenemos para vivir, un pueblo que celebra al Autor de la creación demoliendo su casa.
Me pregunto qué sería si de pronto Jesús diera un recorrido como lo hiciera con sus discípulos en su ministerio público, cuando en las calles de Jerusalén y sus alrededrores curaba a los enfermos, devolvía la vista a los ciegos, y se hacía cercano a un pueblo que realmente lo necesitaba. Me imagino que si recorriera, sin ir muy lejos nuestro Chiclayo, encontraría en muchos lugares caos y destrucción, se sorprendería viendo la gente correr de un lugar a otro haciendo compras que a lo largo del año sólo les van a traer deudas, le sorprendería ver que la gente consume millones de objetos de plástico que acabarán en el fondo de nuestros mares y ríos. Le sorpendería ver que siendo Él el centro de la Navidad hay muchas casas que hoy ni lo recuerdan.
Si Jesús recorriera nuestras calles vería un pueblo superticioso que ya compró con anticipación sus hierbas aromáticas, sus conjuros triviales para el trabajo, el amor y el dinero, sus trusas amarillas para que el año les vaya mejor. Se sorprendería al ver como compramos toneladas de pirotecnia que destruirá aún más la capa de ozono, que perturbará a los niños con autismo y convertirá en un infierno la Navidad para los animalitos de la calle.
Creo que Jesús ya se pasea por nuestras calles en el hermano enfermo que te pide una limosna, en el hermano extranjero que sube a la combi y al que miramos con desdén. Jesús pasa en ese niño que te pide una moneda en el cruce del semáforo, en tus padres e hijos que mendigan un poco del tiempo que le dedicas a tus redes sociales.
En esta Navidad nace Jesús, el Hijo de Dios bendito, por tanto no celebremos el atolondramiento y el descontrol, la frivolidad y el consumismo, ¡qué pena es ver que en tu cumpleaños no sólo no te recuerden sino que encima dejen tu casa llena de basura celebrando una fiesta en la que tú nunca fuiste protagonista! Que pena es que todos corran buscando comprar cosas, pero nadie se siente a ver como está el corazón, nadie se sienta en estos días a hacer propósitos de mejora, porque créanme, las cosas no mejorarán sólo por un calzoncillo amarillo, por doce uvas o salir corriendo con una maleta por la calle, las cosas sólo se renovarán cuando transformenos el corazón, y nos demos un espacio para reflexionar sobre las cosas que hicimos bien, sobre aquellas que nos costaron y que no fueron las mejores decisiones, y sobre aquellas que queremos comenzar a escribir en este año que Dios nos regala.
En medio de este bullicio te invito a tomar conciencia que la Navidad es una persona, es Jesús, y él quiere nacer pero en tu vida, en la vida de tus hijos, en la vida de tu familia y amigos. Deja ya de comprar tantas cosas que solamente adornarán tu casa y tu cuerpo, y comienza a revestir tu corazón, a engalanarte pero el alma, porque estamos hartos ya que la Navidad sólo sea un espacio comercial, una época para ayudar de lo que nos sobra, para hacer propaganda política y parecer buenitos y sensibles con el que sufre.
Que Jesús no pase por Chiclayo y vea un pueblo que celebra cualquier cosa menos el nacimiento del Hijo de Dios, sino un Chiclayo que sueña en que este año 2020 que llega será una etapa mejor para todos, un año de mejora en la salud para nosotros y nuestros familiares enfermos, un año de trabajo para los que carecen de uno digno, un año para emprender ese negocio o comprar esa casita que tanto soñamos, un año que nos permita pagar esa deuda que tanto nos mortifica, un año que ahuyente la corrupción a toda escala, un año de paz para nuestras mujeres, niños y ancianos, un año mejor para nuestros padres, hijos y nietos.
No sabes como Dios sueña con esto, pero quiere que lo dejes entrar en tu vida para que desde ahí pueda construir y darte lo que tú ni siquiera eres capaz de imaginar y soñar.
¡FELIZ NAVIDAD!
(Por: Josemaría Córdova Benites-Docente)