El 30 de octubre de 1974, Muhammad Ali (Cassius Clay) y George Foreman subieron al cuadrilátero del Stade du 20 Mai, en la ciudad de Kinshasa, (hoy República Democrática del Congo, por entonces Zaire), para dar inicio a uno de los combates más recordados de la historia del boxeo.
El último miércoles se cumplieron 45 años de aquel evento y Foreman, quien hoy tiene 70 años, recordó cómo fue que aquella noche cambió su vida para siempre. Es que en el octavo round, el campeón besó la lona y luego se alejó de la actividad por casi dos años.
Confianza total
“Todos temían por Muhammad Ali. Todos. Así que pensé en salir y noquearlo en uno o dos rounds para que se lastimara”, recordó en diálogo con el sitio The Sun. Pero su estrategia no funcionó por un simple factor que no tuvieron en cuenta, Ali era demasiado fuerte.
“Mi esquina me indicó noquearlo en el primer asalto, segundo asalto, tercer asalto y ya no conservé más energía. Luego miré, y era el cuarto asalto, y le había acertado a este tipo con cada golpe, debí haberlo noqueado, pero no le había hecho nada. De hecho, era un poco más fuerte”.
El haber gastado toda su energía en vano lo perjudicó ampliamente en los siguientes rounds. “No lo había castigado y noqueado como pensaba... y yo ya estaba un poco más débil”.
Besó la lona
En el octavo, finalmente perdió. Una derecha cruzada al mentón fue letal para Foreman, quien cayó a la lona y sumó la primera derrota de su carrera.
“Dije que ganaría y gané. Dije además cómo lo haría y lo hice. Pronostiqué que el animal caería solo, y así fue: les aseguro que el golpe de derecha fue bueno, pero no muy potente. Es que él tenía la derrota por nocaut en el alma y yo el triunfo en la sangre”, declaró a gritos Ali en conferencia de prensa.
Al mismo tiempo, en el vestuario, Foreman no salía del asombro por su caída y comenzaba un camino oscuro de depresión que lo llevaría a retirarse de la actividad por casi dos años. “Estaba devastado después de la pelea. Había sido profesional todos estos años, estaba invicto y nadie me había vencido nunca. Pensé que sabía cómo navegar a través de cualquier cosa, excepto una derrota”, recordó.
Pesadillas
El norteamericano reveló además que durante las siguientes semanas no pudo dormir: “Estaba devastado, tuve pesadillas. Seguí despertando en medio de la noche pensando que iba a superar el conteo y perdía el combate en mis pesadillas”.
Con el tiempo, y la ayuda de la fe, Foreman pudo recuperarse psicológicamente y regresó al ring en 1976, aunque no le fue fácil: “Las cosas comenzaron a cambiar. Fue un momento difícil de vivir. Fue muy difícil para mí seguir adelante”.
En 1977 anunció entonces su retiro y se refugió en su casa de Texas. Allí, regaló todos sus televisores, se abrazó al evangelio y años más tarde se convirtió en pastor. Lo curioso es que en 1987 volvió al boxeo profesional, siendo ya predicador en su tierra natal, y recuperó el cinturón de campeón ante Michael Moore. El estadounidense luchó hasta 1997, cuando puso punto final a su carrera al perder con Shannon Briggs en Atlantic City.
Digno de admirar
A 45 años del combate con Ali, Foreman aseguró que no hay rencores e incluso habla de admiración hacia el difunto campeón. “Fue el ser humano más emocionante que he conocido en mi vida. Quiero decir, hay algo en él que te atrae. Incluso hoy lo pienso y fue un gran evento. Fue algo especial. Era más grande que solo una pelea. Fue más grande que una simple pelea de campeonato de peso pesado. Las personas que estaban cerca todavía lo recuerdan hoy y las nuevas generaciones quieren aprender al respecto, acortó la brecha”.
Muhammad Ali murió en junio de 2016 en la ciudad de Phoenix, Estados Unidos, tras haber sido hospitalizado por problemas respiratorios. El ex boxeador, que falleció a los 74 años, sufrió la enfermedad de Parkinson durante décadas y algunos expertos consideran probable que haya sido provocada por los puñetazos que recibió en su exitosa carrera.