Regional
Publicado el Jueves, 14 de Febrero del 2019

Eten, camino a convertirse en “Ciudad Eucarística”

El día de ayer, el obispo de la Diócesis de Chiclayo, Monseñor Robert Francis Prevost, se comunicó con el padre Lute Vásquez Gonzales, para informarle que entregó al papa Francisco, la Historia de la Devoción del Niño del Milagro de Ciudad Eten y los 20 mil testimonios de fe.
 
El padre Lute Vásquez, indicó que tras enterarse de esta grata noticia, se realizó el toque de campana en la Parroquia Santa María Magdalena de Ciudad Eten, al igual, que hace 370 años, cuando se presenció la divina aparición de Jesús hecho Niño en la hostia consagrada.
 
Hace un año, en Huanchaco - Trujillo, la sagrada imagen del Divino Niño del Milagro Eucarístico, recibió la bendición del papa Francisco. Desde ese entonces, iniciaron con el reto de recaudar 20 mil testimonios de fe, en agradecimiento por ese inolvidable momento. Asimismo, con el objetivo de lograr, que Eten sea declarada “Ciudad Eucarística”.
 
Esta deseable noticia, también involucra a Lambayeque y el Perú, manifestó el padre Lute Vásquez a La Industria, pues al ser realidad, las peregrinaciones en la región y el país, crecerán de manera gigantesca e impresionante, por este milagro, añadió.
 
 
APARICIÓN
 
La aparición del Niño del Milagro, se registró en dos momentos. El primero, fue el dos de junio de 1649 a las 5:00 p.m. Cuando los feligreses se encontraban orando, junto al padre Gerónimo. En aquel entonces, el Divino Niño, apareció en la hostia consagrada.
 
La segunda aparición, se registró el 22 de julio 1649, mientras se celebraba la fiesta a Santa María Magdalena, patrona del distrito. Para esa celebridad, llegaron a Ciudad Eten, tres sacerdotes franciscanos de Chiclayo, quienes al terminar la santa misa de festividad, pidieron se exponga la hostia consagrada.
 
El padre Lute Vásquez, manifestó que ellos, querían ver si había quedado alguna señal en la hostia consagrada. En ese momento, apareció nuevamente el Niño del Milagro. Luego desapareció y se presentaron tres corazones entrelazados, que representan la santísima trinidad.
 
“No olvidemos, que la función del corazón es amar y la eucaristía es el sacramento del amor. Por lo tanto, Dios es amor, no deja de amarnos. Tanto es su amor, que nos alimenta con su propio cuerpo”, culminó el padre.
 

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