Nos comparte: Jhanina López Gutiérrez (21 años).– ¿Qué tiene de malo que me acueste a las 4 de la mañana y me levante al mediodía, si estoy de vacaciones? Pregunta mi hermana Karla (14) ante las observaciones de mi mamá.
Considerando la importancia de descansar es que comparto con ustedes este texto que ilustra sobre el tema del sueño en la edad de los adolecentes.
Para muchos adolescentes, el verano es sinónimo de dormir durante el día y vivir de noche. No saben cuán necesario es un sueño reponedor en esta etapa de grandes cambios, los cuales exigen que el organismo descanse. Desconocen también que no solo deben dormir un mínimo de horas, sino que éstas deben ser nocturnas.
Mientras el recién nacido necesita 14 y hasta 17 horas de sueño y un preescolar debe dormir 9 horas, los adolescentes deberían dormir un mínimo de 10 horas, pues su organismo está sufriendo muchos cambios, tanto desde el punto de vista físico como psíquico.
Porque el sueño no es sólo para descansar y reponer fuerzas: mientras dormimos se renuevan las células del cuerpo, piel y vísceras. Asimismo, se forman defensas contra las enfermedades, como son los glóbulos blancos y, entre otras cosas, se producen las hormonas necesarias para el crecimiento. “Mientras mejor es la calidad del sueño, mejor es el mantenimiento del organismo”, señaló recientemente en una entrevista de prensa la neuropsiquiatra de niños y adolescentes, Amanda Céspedes. “Las proteínas de la inteligencia –agregó la doctora– se adosan a la membrana de cada uno de los millones de neuronas cerebrales y se sintetizan en el sueño profundo, para ser empleadas durante la vigilia todas las veces que se requiere, de un modo infinito, a través de la vida.
La falta de sueño también repercute en el carácter y el rendimiento académico de los adolescentes. Si no se duerme bien, se produce irritabilidad, mal carácter y agresividad. En cuanto al rendimiento escolar, hay estudios que demuestran la importancia que tiene dormir en forma adecuada. “Según los resultados preliminares existe una directa relación entre problemas de sueño y alteraciones académicas”, dice el doctor Tomás Mesa, neurólogo infantil.
¿Se pueden sumar las horas de sueño?
La moda actual trae la costumbre de salir muy de noche. Muchas reuniones empiezan, como mínimo, a la una de la mañana. “¡Mamá, si mañana duermo hasta las tres de la tarde y recupero las horas de sueño!”, suelen alegar. Pero la intuición de las madres no es vana: no es lo mismo dormir de día que dormir de noche, por algo la naturaleza dispuso horas “oscuras” y horas “claras”. Según el doctor Tomás Mesa, además de la cantidad de horas de sueño, es fundamental dormir de noche. Explica que el sueño y la vigilia (horas en que estamos despiertos) constituyen un ciclo indisolublemente unido: todo lo que ocurre durante ella va a tener una expresión sobre él y viceversa.
“Alrededor de 15 horas después de habernos levantado, nos da sueño porque el organismo está fatigado, nos cansamos tanto física como psíquicamente. Es importante descansar en ese momento y no prolongar artificialmente la vigilia, señala el médico.
Para el doctor Mesa, si un adolescente se acuesta a las cuatro de la mañana después de haber comido, bailado y tenido gran actividad, su sueño no va a ser el mismo que podría tener sin tanta excitación previa. “No va a tener un sueño tan calmo y reparador como el que necesita y las diferentes etapas del sueño no se lograrán como se debe”, agrega el profesional.
Dormir de noche, es decir, cuando no hay luz, no es un capricho del cuerpo. “El ciclo circadiano, el día y la noche, nos hace funcionar desde un punto de vista hormonal, y es por eso que tenemos que dormir cuando no hay luz. Hay una serie de hormonas, como la melatonina, que dejan de producirse con la aparición de la luz solar”, explica el doctor Mesa. La neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes señala que la melatonina ayuda a mantener el sueño durante 8 o 10 horas, activa los procesos de síntesis de proteínas y de recambio celular, y estimula la producción de endorfinas, que son hormonas del bienestar y el afecto.
Para la profesional, si se mantienen artificialmente la vigilia y la luz, la melatonina no se produce y tampoco las endorfinas; además sobreviene el insomnio, pues la melatonina también es la que induce a dormir de noche.
A todo esto se une lo fundamentales que son desde el punto de vista fisiológico y psicológico, las horas que van desde las once de la noche a las tres de la mañana, porque en esos momentos el organismo requiere una actividad mínima, tanto de alimentación como de actividad física o mental.
Finalmente, el doctor Mesa plantea que en los ciclos circadianos la temperatura, la actividad mental y la actividad cardiaca funcionan más precariamente alrededor de la una y dos de la mañana. “Muchos accidentes se producen a estas horas porque el organismo está más débil”, concluye el neurólogo infantil.