Tomar un vaso del recurso hídrico en ayunas o antes de dormir es una ayuda frente la pérdida de agua por sudor, saliva u orina
Durante la temporada estival bebemos refrescos saludables, batidos, tés, cafés con hielo, gazpachos, cremas o sopas frías, entre otros, pero nada como llenar un vaso de agua y tomarlo. Según dicen los expertos en nutrición, el agua es la bebida que más nos quita la sed y teniendo en cuenta que la cantidad diaria de agua recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) es de 2 ó 2,5 litros al día para las mujeres adultas y entre los 2,5-3 litros para los hombres adultos, bajo condiciones normales de actividad y temperatura, el Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS) aconseja repartir la ingesta de agua a lo largo de la jornada, mediante pequeños sorbos.
Para comenzar bien el día, el IIASS de España recomienda tomar un vaso de agua en ayunas para así recuperar el agua perdida durante las horas de sueño (a través de la saliva, orina, sudor…) y otro antes de irse a dormir, para asegurar el mantenimiento de un equilibrio hídrico adecuado en el organismo, durante toda la noche y repartir la ingesta de los otros 6-8 vasos de agua restantes a lo largo del día. «Una buena forma de hacerlo es mediante la ingesta de 300-350 mililitros (alrededor de vaso y medio de agua) cada dos horas», explican desde IIAS.
Sin embargo, según explica la nutricionista y dietista Mariana Álvarez, el cálculo del requerimiento hídrico ha de ajustarse las características particulares de cada persona. «Estos dos litros tan famosos son un estimativo para un adulto sano promedio, pero sobre esa estimación vamos a tener situaciones particulares que hagan que tengamos que ajustar esa cantidad», explica. «Habrá quienes no necesiten beber tanto, entre otras cosas, porque la aportan a través de su alimentación que al ser variada e incluir frutas y verduras, por ejemplo, que son alimentos que tienen un gran contenido de agua la aporten de esa manera (el agua presente en la mayoría alimentos también nos hidrata) y otros que porque practican más deporte, tienen una alimentación menos variada o viven en lugares con climas más cálidos, necesiten un poco más», indica Álvarez.
Horarios para hidratarse
A nivel de hidratación va a tener el mismo efecto tomar agua de día o de noche, pero que personas sanas beban agua por la mañana, según nos levantemos, hará que estimulemos el reflejo gastrocólico, que hace que al meter alimentos en el estómago vacío se produzcan movimientos peristálticos en el intestino, que harán que podamos defecar mejor. Es una ayuda contra el estreñimiento», explica Beatriz Robles, experta en seguridad alimentaria. Beber agua por la noche, en cambio, tiene otras consecuencias como la de levantarse al baño, algo que hará que se interrumpa el sueño.
Para hacerlo posible y evitar olvidos, el IIAS, recomienda dejar a la vista de donde nos encontremos (en casa, en el trabajo, paseando…), o llevar en el bolso o mochila una botella de agua mineral. De esta manera, recordaremos la necesidad de beber agua y podremos asegurarnos una hidratación saludable, a lo largo de todo el día.
«Beber agua a lo largo de todo el día es fundamental. Hay que tener en cuenta que el organismo elimina alrededor de los 2,5 litros de agua al día, a través de la respiración (400 mililitros), sudor (350 ml), orina (1,5 litros) y heces (150 ml.)», dice el Instituto de Investigación Agua y Salud. Por lo tanto, realizar una adecuada ingesta de agua, a lo largo de toda la jornada, es esencial para mantener el equilibrio hídrico del organismo.
Señales de hidratación
La primera señal de alerta de que el organismo necesita agua es la sed. En concreto, este ya puede ser el primer síntoma de una deshidratación leve.
Después, tal como dice el Dr. Luis Gutiérrez Serantes, de IIAS, todo dependerá del nivel de deshidratación que presente el organismo pero, al ser el cerebro uno de los órganos más sensibles a la pérdida de agua, es este el que suele dar muestras de deshidratación, produciéndose un descenso en la capacidad intelectual y disminuyéndose, de forma progresiva, las funciones cognitivas.
Tal como dice el dermatólogo, José Carlos Moreno Giménez, la piel hidratada es una piel flexible y con plasticidad, mientras que la dehidratada pierde elasticidad, luminosidad, se vuelve seca y escamosa y con frecuencia determina sensación de picor. «Una piel deshidratada ha perdido parte de sus defensas naturales por lo que se vuelve más sensible a las agresiones externas: agentes físicos, químicos y bacterianos, lo que determina que con más frecuencia sufra fenómenos irritativos, alérgicos e infecciosos», dice el doctor Moreno Giménez.
Además, si la pérdida de agua es superior al 3%, explica Luis Gutiérrez Serantes que disminuye el flujo sanguíneo cerebral y pueden aparecer fuertes dolores de cabeza e incluso desorientación. En cambio, si las pérdidas de agua son superiores, en torno a un 6-8% (moderada) se suele experimentar orina oscura y muy escasa, y se pueden producir delirios y/o alucinaciones, o disminuir drásticamente la memoria a corto plazo y la capacidad de concentración.