El aislamiento social, como medida de prevención ante el avance del COVID-19 en nuestro país, ha generado diversos cambios en la vida familiar y laboral de las personas. Lograr un balance entre esos dos aspectos ocasiona, muchas veces, frustración y desgaste emocional.
Para Roberto Pérez Vélez, subgerente de Desarrollo Social del Programa de Gobierno Regional de la Municipalidad de Lima, estos dos sentimientos conllevan al estrés, sumado a la incertidumbre, debido al contexto en el que vivimos.
“En términos de trabajo bajo la modalidad remota, las personas pueden disminuir su productividad y sufrir serias afecciones relacionadas a la salud, debido a este nuevo escenario, que ha cambiado la manera de compatibilizar la vida familiar y laboral”, refiere el especialista.