Nos comparte: Pilar Elena Díaz A. (16 años).- Gusto mucho de leer. La culpa es de mi maestra de Literatura, ella me zambulló en este mundo en el que pasear los ojos por un buen texto, es como recrear la vista en el más hermoso paisaje de la Tierra.
Romance, leña que enciende el amor
El amor romántico se deleita en hacer sentir al cónyuge especial e importante. Aun cuando el romance no es el fundamento de una relación matrimonial, es ciertamente la leña que mantiene el fuego ardiendo en la relación, ofrece el afecto y la seguridad que dice: “puede que tengamos dificultades, pero te amo y todo va a estar bien”. El romance también dice: “Porque te amo, deseo agradarte”. El amor romántico se deleita en hacer sentir al cónyuge especial e importante.
Lamentablemente, hoy en día parecería ser que la palabra romance está eliminada del vocabulario de muchas parejas o matrimonios. ¿Por qué ocurre esto? Para responder a esta pregunta, es importante que se tome en cuenta lo peculiar de cada sexo.
Para la psicología masculina, después de haber conquistado a una mujer, no existe la necesidad de estar repitiendo frases como: “te amo”, “eres lo mejor que me ha pasado” o “te traigo sólo porque si estas rosas”, pues, cuando un hombre declara su amor, en la gran mayoría de los casos, asume que la mujer elegida sabe que la ama, lo ha interiorizado y se siente segura de su amor. Pero todo esto, la psicología femenina no lo comprende, ni lo espera así y he aquí que comienzan los problemas.
¿Qué quiere la mujer? Quiere que se le repita una y otra vez que es valorada, amada y necesitada. Cuando esto no sucede, comienzan las quejas, malestares y los problemas en la comunicación. Las mujeres pensamos que se ha esfumado el deseo de hacernos sentir especiales e importantes en nuestra pareja.
La realidad es que esto no indica que se ha terminado el amor, sino que, la mayoría de las veces, se debe a otros motivos, por ejemplo, a constituir una rutina en la vida en pareja, a la llegada posible de los hijos, a las peleas, que llevan a la falta de respeto, a la pérdida de sentido, de la seguridad de que se está el uno para el otro.
¿Qué hacer entonces?
Como decía mi abuela: “Si sabes que es el hombre de tu vida, ¡a revivir el romance!” No te avergüences de ser romántico, al fin y al cabo ya es tuyo. Sé creativa, y sorpréndanse con esos detalles que tenían el uno con el otro, cuando se iniciaban en la conquista; dialoguen, para descubrir las posibles razones por las cuales el romance se ha extinguido, y concluyan con pasos concretos, para rescatar esa parte tan importante de la relación en pareja. Decidan, pues, echar más leña al fuego, con una óptica inteligente, que halle puntos de unión en su biografía juntos. El que quiere luchar por mantener viva la llama del romance no se desanima por sus propios errores, los reconoce; no se pone a pensar: “Si tú no haces nada, yo lo mismo”, sino más bien piensa en el bien de los dos y en su felicidad como compañeros. Primero me pongo en tu sitio, capto dónde te encuentras y cómo; después te abrazo, te acojo. ¡Y el romance está de regreso!