La reforma del sistema nacional de pensiones sigue su pedregoso curso: huelguistas y manifestantes menos numerosos pero más radicales, cuando el Consejo de Ministros aprobó el viernes el proyecto de Ley y Emmanuel Macron, tras rubricarlo, denunciaba “el radicalismo de ciertos bloqueos y actos de violencia”.
El proyecto comenzará a ser discutido en la Asamblea Nacional la semana que viene. Será un debate largo y tortuoso, que deberá prolongarse hasta finales de la primavera o principios del verano, hasta conseguir establecer el nuevo sistema de financiación del modelo nacional de pensiones.
La CFDT, primer sindicato de Francia, se retiró la semana pasada de las manifestaciones y huelgas. Pero la CGT, el antiguo primer sindicato, radicalizado, federa una coalición de sindicatos minoritarios, hostiles a la reforma.
Ayer, durante la quincuagésimo primera jornada de crisis, la movilización continuó siendo relativamente modesta en hospitales, servicios públicos, trenes, metros y autobuses, en París y en las grandes ciudades de provincias. Según la CGT, en París desfilaron entre 350.000 y 400.000 manifestantes. Cifra muy superior a los 30.000 o 60.000 manifestantes “contados”por el Ministerio del Interior y los analistas independientes. Diferencia de criterio igualmente excepcional con respecto al resto de Francia: la CGT anunciaba más de un millón de manifestantes, en todo el territorio nacional, donde las fuentes independientes solo “contaron” unos 110.000 manifestantes.