Las lluvias y tormentas caídas en la costa oriental australiana han permitido aliviar la virulencia de los incendios que la arrasan. Se espera que sean suficientes como para extinguir, o al menos aliviar, algunos de los incendios que ya han calcinado al menos 11.2 millones de hectáreas, matado a 29 personas y millones de animales y destruido más de 2500 viviendas.
“Las precipitaciones serán útiles en ciertas zonas, mientras que en otras pueden registrarse apenas uno o dos milímetros (cada milímetro equivale a un litro por metro cuadrado). La lluvia no siempre es una buena noticia, especialmente si es torrencial. Lo que realmente se necesita es una lluvia constante, que empape el terreno”, explica el meteorólogo.
Se espera que la lluvia disipe el humo de los fuegos. Las autoridades recalcan que las precipitaciones de estos días no ofrecen más que un alivio temporal, pues se prevé de nuevo calor en las próximas semanas.
Las lluvias persistentes, necesarias para aliviar una de las peores sequías desde que se tienen registros, no llegarán hasta marzo, según prevé la agencia meteorológica pública. “Estas lluvias no extinguirán los incendios, pero sin duda ayudarán a contenerlos”, escribió la autoridad antiincendios del Estado de Nueva Gales del Sur, donde se mantienen 58 fuegos activos en este momento, 30 de ellos sin control.