Dos cohetes fueron disparados el jueves por la noche contra una base de soldados estadounidenses en Irak, los últimos de una serie de ataques que, aunque no causaron víctimas, preocupan a Estados Unidos, informaron el viernes fuentes estadounidenses.
Estos disparos contra la base aérea de Al Balad, a 80 kilómetros al norte de Bagdad, se producen en un momento en el que Washington contempla desplegar entre 5 mil y 7 mil soldados más en Oriente Medio.
Los dos cohetes Katiusha no causaron víctimas ni daños, pero “estuvieron cerca”, afirmó una de las fuentes estadounidenses en Irak. “Este recrudecimiento de ataques”, según la otra fuente, preocupa a Estados Unidos, que cuenta con 5,200 soldados en Irak.
En seis semanas, hubo ocho ataques contra bases con militares estadounidenses o la embajada de Estados Unidos en la Zona Verde de Bagdad, donde está la mayoría de edificios oficiales.
El 3 de diciembre, cinco cohetes impactaron en la base aérea de Ain Al Asad (oeste), donde el vicepresidente estadounidense Mike Pence visitó a sus tropas cuatro días antes. En noviembre, una quincena de cohetes cayeron en la base aérea de Qayyarah (noroeste).
Ningún grupo reivindicó estos ataques y por ahora el secretario de Estado, Mike Pompeo, responsabiliza de manera general a las facciones armadas iraquíes apoyadas por Irán, gran enemigo de Estados Unidos.
El viernes, fuentes de seguridad acusaron a una de estas facciones, las brigadas del Hezbolá, inscritas en la lista negra estadounidense de organizaciones “terroristas”.
Irán arma, financia y entrena a los grupos más radicales del Hashd al Shaabi, coalición de paramilitares iraquíes que ahora está integrado en el Estado.
En un momento en el que la influencia de Irán se extiende en Irak, los grupos del Hashd se han vuelto, para los soldados estadounidenses, una amenaza mayor que los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), estima una de las fuentes estadounidenses.