A la luz nuevos datos sobre el intérprete y el descuidado estilo de vida que llevó en los años previos a su muerte.
La muerte de Michael Jackson siempre ha estado rodeada de grandes misterios, teorías y miles de rumores que recientemente han resurgido, desde que el grupo de hackers Anonymous reveló una llamada al 911, que supuestamente hizo Michael la misma noche que murió, sustentando con esto que la muerte pudo ser más bien un homicidio.
A 11 años del fallecimiento la autopsia realizada en aquel momento está generando asombro en todo el mundo, pues los resultados revelados pueden calificarse como escalofriantes y totalmente inesperados en una celebridad como lo fue el Rey del pop.
Las primeras filtraciones ocurrieron en febrero de este año, cuando el diario británico The Sun compartió que los estudios elaborados por expertos forenses arrojaban que en el estómago del cantante se habían encontrado decenas de pastillas disueltas (recordemos que Jackson murió de un paro cardiorespiratorio derivado de una intoxicación aguda de propofol), y en dicha ocasión se aseguró que el intérprete casi no ingería alimentos, sólo comía una vez al día.
Además, su cadera, muslos y hombros estaban llenos de marcas de piquetes de las inyecciones de analgésicos que recibía a diario por parte de su médico personal, Conrad Murray, quien fue declarado culpable de homicidio involuntario cuando el cantante murió, por administrar incorrectamente la dosis de medicina tranquilizante que le quitó la vida.
También se aseguró que las rodillas tenían extraños golpes, lo que fomentó la teoría de que el cantante recibía maltrato de alguien cercano a él, en la investigación también se descubrió que Michael era calvo y había pegado a su cabeza la peluca con la que se le veía en sus últimos años.
Pero ahora es otro medio británico (The Mirror), el que hace nuevas revelaciones, y es que aseguran que algunos de los fuertes hematomas que fueron hallados en el cuerpo del cantante se debieron a los intentos desesperados por reanimarlo aquel 25 de junio de 2009, día de la muerte del intérprete.
Sin embargo, eso no es todo, pues también las marcas en los pies del intérprete llamaron la atención de los analistas forenses, pues estaban sumamente maltratados, según explicaba Jackson, era muy desconfiado para permitir que alguien revisara sus pies.
Describiendo los pies de Jackson en su autobiografía de 2016, This Is It, Murray contó: “Estaban cubiertos de callos... y tenían una infección fúngica crónica avanzada. Resultó que siempre usaba calcetines porque estaba muy avergonzado del aspecto de sus pies. Le sugerí que necesitaba un podólogo. Un día después de que sus pies fueran tratados, se sorprendió de que pudiera caminar y bailar sin dolor”.
“El hecho de que los pies de Michael, algo crítico para él, estuvieran en tan mal estado cuando murió es una señal de que no sólo se había descuidado a sí mismo, sino que los que le rodeaban no vigilaban de cerca su bienestar”, agregó el médico.