Internacional
Publicado el Miercoles, 01 de Julio del 2020

las frágiles víctimas de la pandemia en América Latina

Precisan que las trabajadoras del hogar en América Latina, sufren de lleno los efectos económicos de la pandemia.
Sin ingresos, pues la mayoría se rige por contratos de palabra, la covid-19 ha evidenciado su víctimas.
 
Con una larga historia de exclusión y precariedad laboral, las empresas domésticas en América Latina están sufriendo de llenos los efectos económicos de la pandemia, lo que ha dejado confinadas y sin trabajo.
 
"Me gustaría que los disculpara, pero que ahora no podría trabajar. Soy una persona consciente, veo lo que nos está pasando, pero espero poder regresar a mi trabajo", cuenta a la AFP la mexicana Carmen Hernández, de 59 años, empleada doméstica desde hace 36.
Su caso se repite a lo largo de la región, una de las más designadas del mundo, donde hasta 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico, de las cuales 93% son mujeres, según la Comisión Económica para América Latina y El Caribe ( CEPAL).
 
Sin ingresos, pues la mayoría se rige por contratos de palabra, la covid-19 ha evidenciado su víctimas. Siete de cada diez quedaron desempleados o perdieron horas de trabajo por las cuarentenas, de acuerdo con la CEPAL, que calcula en 77% su informalidad laboral.
En Brasil, por ejemplo, de 4,9 millones de empleos que se perdieron entre febrero y abril, 727.000 fueron del servicio doméstico.
 
Una situación crítica para un sector donde los salarios de por sí no dan. En Latinoamérica son iguales o inferiores al 50% de lo que ganan en promedio los otros trabajadores, pese a los esfuerzos de algunos países por regularizar la actividad, según la CEPAL.
Para completar sus ingresos, Carmen limpia cinco casas a la semana. Sin trabajo desde mayo, le ofrecieron volver a una próximamente.
 
Pero una normalización parece lejana cuando el nuevo coronavirus golpea con fuerza a la región, donde deja 2,4 millones de contagios y unos 111,000 muertos.
 
Discriminación
 
La pandemia también ha puesto de relieve la discriminación contra el personal doméstico en la región, donde esta representa la mano de obra hasta el 14,3% del empleo femenino.
 
En Brasil, con seis millones de estas empleadas, en su mayoría mujeres negras de zonas marginales, muchas se vieron obligadas a seguir trabajando, llegando al contagio en el transporte público.
 
 

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