El fundador las misiones californianas, vandalizado en el parque Golden Gate de San Francisco. Se teme que el siguiente objetivo sea el mural de Colón en el Capitolio o la estatua de Isabel la Católica. La fiebre iconoclasta confunde con medido interés el esclavismo anglo con legado español
En un lugar central bajo la imponente cúpula del Capitolio de Washington, en el corazón físico y simbólico del poder legislativo de la primera gran democracia moderna, se halla un valioso lienzo pintado en 1836 que ahora está en la mira de la masa enardecida que ya ha echado a rodar una decena de estatuas de Cristóbal Colón, Isabel la Católica, Juan de Oñate y hasta fray Junípero Serra. El lienzo en cuestión, obra del maestro neoclásico John Vanderlyn muestra a Colón y los miembros de su tripulación poniendo pie en la isla que sería bautizada como San Salvador, el 12 de octubre de 1492. Al fondo, la Santa María y el pendón real de Castilla. Los poderosos demócratas de California, que controlan la Cámara Baja o de Representantes, han puesto sus miras en este lienzo, después de haber logrado la retirada de una estatua de mármol del propio Colón y la reina Isabel que llevaba en el Capitolio de Sacramento desde 1883.
La gran protesta racial tras la muerte bajo custodia policial del afroamericano George Floyd, al que un agente le hincó la rodilla en el cuello durante casi nueve minutos, dio paso a un gran movimiento para tirar estatuas de generales y políticos confederados, aquellos que en 1861 se levantaron en armas contra el Gobierno de los Estados Unidos para defender la esclavitud. Pronto, la furia contra las esculturas encontró un nuevo objetivo: Colón y el legado español en Norteamérica. El sábado, amaneció derribada la escultura en bronce en un parque de San Francisco de Fray Junípero Serra, el franciscano español que abrió nueve misiones en California.