Desde que se marchó de la Casa Blanca hace tres años ha sido por lo general muy discreto en sus apariciones públicas y mucho más cuando se trataba de opinar sobre asuntos políticos. Pero por segunda vez poco más de una semana Barack Obama dejó ese segundo plano al que nos tenía acostumbrados y volvió a criticar con inusual dureza la respuesta de Donald Trump y otros líderes a la pandemia del coronavirus en Estados Unidos.

"Más que nada esta pandemia ha puesto finalmente en evidencia que muchos de los que están al mando no saben lo que están haciendo, incluso algunos de ellos ni siquiera fingen estar al mando", lamentó el sábado el ex presidente sin mencionar en ningún momento al actual inquilino de la Casa Blanca, durante un mensaje virtual dirigido a los estudiantes de varias universidades con motivo de su graduación.

La semana pasada Obama sí fue más específico y apuntó el dedo directamente al Gobierno cuando calificó la gestión de la pandemia como un "desastre caótico absoluto". Fue en una teleconferencia con antiguos funcionarios de su administración en la que habló de esa mentalidad de "qué puedo sacar yo de esto y al demonio los demás". Una charla que debía ser privada pero cuyo contenido acabó filtrándose a los medios de comunicación.

Entonces, el presidente Trump no se quedó callado y fiel a su estilo respondió a su manera, con un estridente mensaje publicado en su cuenta de Twitter en el que volvió a recurrir a su adjetivo calificativo preferido: "Estamos obteniendo una nota estupenda" en la gestión de esta pandemia si la comparas "con el desastre de Obama y Joe Biden durante la crisis de la gripe H1N1" en el 2009 y 2010.

El inusual rifirrafe entre Donald Trump y su antecesor en el cargo, quien desde que en el 2017 se marchó del 1.600 de la avenida Pensilvania ha evitado criticar la labor del actual presidente, se produce en medio de una crisis sanitaria sin precedentes por la Covid-19, que se ha cobrado la vida de más de 88.000 personas en Estados Unidos, donde se han superado los 1,6 millones de contagios, según los datos de la Universidad Johns Hopkins.

Al margen de sus críticas a la gestión que se está haciendo de esta pandemia, Barack Obama ha dicho que se dedicará en los próximos meses a hacer campaña en favor del candidato demócrata Joe Biden, quien fue su vicepresidente durante sus ocho de mandato en la Casa Blanca y a quien viene apoyando públicamente desde mediados de abril en sus esfuerzos para derrotar a Trump en las elecciones de noviembre.

El ex presidente aseguró la semana pasada que la decisión del Departamento de Justicia de retirar los cargos contra Michael Flynn, un ex asesor de seguridad de Trump, "pone en riesgo el estado de derecho". Una decisión que poco después dejó en suspenso un juez de Washington pero que fue duramente replicada por el presidente, quien atacó a Obama y lo acusó de ser el responsable del mayor "crimen político" en la historia del país.

El presidente instó esta semana a su aliado republicano Lindsey Graham, al frente del comité judicial del Senado, a impulsar una investigación contra su predecesor por lo que denominó como "Obamagate", un supuesto plan para torpedear a la Administración Trump por la trama rusa. "La primera persona a la que llamaría a testificar es al ex presidente Obama", tuiteó el mandatario, quien recibió una réplica inmediata de su parte: "Voten".

Un cruce de mensajes que no tiene pinta parar y que supone el fin de una regla no escrita en Washington según la cual los hombres que dirigieron el país en el pasado evitan enfrentarse públicamente con el actual presidente. Una cortesía que para muchos está de más en los tiempos que corren, tal como apuntaban esta semana en las páginas de opinión del periódico 'Los Angeles Times': "Bienvenido, Barack, ¿por qué tardaste tanto tiempo?".