El acuerdo firmado en Doha por Estados Unidos y los talibanes no significa que la guerra haya terminado en Afganistán. Cinco días después de escenificar el pacto, “Estados Unidos llevó a cabo un bombardeo contra combatientes talibanes que estaban atacando un puesto de control”, informó el portavoz de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, coronel Sonny Leggett. Este acuerdo fijó un calendario para la retirada de las fuerzas internacionales en un plazo de catorce meses a cambio de que los talibanes comenzaran un diálogo directo con un Gobierno de Kabul con el que apenas se ha contado en todo el proceso negociador y esto ha generado los primeros problemas serios. Según el texto acordado en Catar, en breve debería producir un intercambio prisioneros, pero el presidente Ashraf Ghani respondió que ellos no prometieron a nadie liberar a 5.000 talibanes.
Donald Trump quiere cerrar una guerra de 19 años, en la que han sufrido 2.400 bajas, y concluir con la retirada de tropas que inició Barack Obama. Los medios afganos informaron de que el presidente mantuvo una conversación telefónica con el mulá Baradar, uno de los fundadores del grupo, y todas las miradas están puestas en el inicio de la salida de sus tropas. La hoja de ruta acordada marca que Estados Unidos “reducirá de 14.000 a 8.600 sus efectivos en un plazo de 135 días” y que todas las fuerzas extranjeras restantes saldrán “en un plazo de catorce meses, bajo la condición de que los talibanes cumplan con los compromisos adquiridos”.
Desde el final de la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés), que acabó en 2014, quedan unos 22.000 soldados extranjeros desplegados en el país en el marco de la operación “Apoyo Decidido”.