La ciudad del centro de China donde surgió el nuevo coronavirus se encuentra atravesando con un momento muy difícil, debido a que cada vez se vuelve más difícil conseguir alimentos, porque estos son escasos, están caros o las personas no pueden salir de sus viviendas.
Luego decretaron que los habitantes de las residencias, que suelen tener varios edificios, solo podrían salir una vez cada tres días. Y ahora incluso este último permiso fue cancelado, con lo que Guo Jing no puede salir de casa y depende de las entregas de comida a domicilio.
“Todavía puedo vivir así un mes”, asegura, explicando que tiene reservas de verduras marinadas y huevos. Pero no todos en Wuhan tienen la misma suerte y para los millones de chinos confinados la prohibición de salir de sus residencias crea una gran angustia.
“Cuando se acaben las reservas que tenemos, no tengo ni idea de dónde podremos comprar”, dice Pan Hongsheng, que vive con su esposa y dos hijos. Un reconocido medio de comunicación se puso en contacto por teléfono y por mensajería con varios habitantes de esta ciudad cerrada desde hace un mes.
Algunas residencias o comunidades hacen pedidos de comida al por mayor a los supermercados. Pero no es el caso en donde vive Pan. “A todo el mundo le da igual”, explicó al medio de prensa. “Nuestro hijo pequeño tiene tres años y ni siquiera tiene leche en polvo”.