Como si ejerciera de espina dorsal de su ideología. La construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos se extiende desde el inicio de la campaña del candidato Donald Trump hasta el último presupuesto en su primer mandato, justo el que marca sus prioridades en año electoral.
Algunos analistas han remarcado que esta cifra es sensiblemente más baja de los 5.000 millones adicionales que pidió en el 2019. Sin embargo hay una cierta trampa, por cuanto el presidente ha desviado dinero del Pentágono, cuyo reembolso no figura en este nuevo presupuesto. El pasado año pasó 6.700 millones de dólares destinados a los militares y estableció el trasvase de otros 7.200 millones para este curso.
Una de las promesas incumplida fue su postulado de que México pagaría por esta construcción. Sin embargo, el gobierno de este país ha rechazado la noción de jugar papel alguno en el muro. En su lugar, Washington ha gastado cerca de 20.000 millones de los contribuyentes estadounidenses entre el dinero permitido por el Congreso y los fondos de Defensa que Trump ha reunido para su obra después de declarar la emergencia nacional en la frontera el pasado mes de febrero.
La petición adicional de 2.000 millones se destinará a la construcción de secciones que todavía no han sido planificadas. Esta suma hará que prácticamente se alcance el coste del proyecto que presentó el Ejecutivo en el 2018 para la edificación de más de 1.420 kilómetros de barrera.
A finales del 2020 debería llegarse, según Trump, a los 720 kilómetros. Esto significa que más de la mitad del proyecto se extendería más allá del 2011, siempre teniendo en cuenta el factor determinante de la reelección del presidente el próximo noviembre. En caso contrario, esta obra faraónica quedaría inacabada.
Desde México, voces críticas contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, sostienen que de manera soterrada, el país sí que está pagando en parte ese muro.
La presión de Trump sobre el Gobierno mexicano, tras las caravanas de inmigrantes, ha provocado que la nación del sur tenga que invertir mucho dinero en la contención y la manutención de los indocumentados que vienen de Centroamérica rumbo al norte. Además, esto supone un enorme despliegue de seguridad. Esta circunstancia hace que EE.UU. evite problemas –los asume México– y dinero, que sale ahora de las arcas de este otro país.
Sin olvidar que el incremento de la violencia de los cárteles del narcotráfico hizo que Trump amenazara con enviar a sus soldados para combatir ese peligro.
Esto soliviantó a López Obrador, que lo consideró una invasión y un ataque a la soberanía.