Por respeto a las víctimas, Alemania no tendrá voz en las contritas celebraciones del 75º aniversario de la liberación de Auschwitz. Pero Merkel deseaba tomar la palabra para añadir esa línea a su testamento político y lo hizo el martes, asistiendo a la inauguración en Essen de la exposición “Supervivientes”, en la que se refirió a los pocos testigos del Holocausto que todavía quedan en pie como la “clave contra el olvido”. “Cada ataque antisemita, cada amenaza ultraderechista es un ataque contra los valores fundamentales de nuestra sociedad, de nuestra democracia”, afirmó Merkel, que volvió a expresar la “profunda vergüenza” que siente ante unos “crímenes que superan nuestra capacidad humana de entendimiento”. “Nuestro gobierno democrático está firmemente comprometido en la lucha contra toda forma de xenofobia y en la defensa de las minorías”, dijo ante Naftali Fürst, de 87 años y uno de los rostros captados por Martin Schoeller, fotógrafo que ha retratado a los supervivientes en lo que califica como “el trabajo más emocional de mi vida”. Fürst, que llegó a Essen en un avión del Ejército alemán desde Tel Aviv, volvió a relatar su historia, implorando “sentido de responsabilidad hacia los que nos siguen”.
Alemania vive este aniversario con un partido ultraderechista sentado en el Bundestag al que a menudo se compara con el partido de Hitler en sus tiempos de ascenso al poder, y con una población musulmana sometida a un precario control desde la crisis de los refugiados, que ha importado un nuevo odio hacia todo lo que tenga que ver con Israel. Centroeuropa, en su conjunto, se enfrenta a este aniversario dividida. El presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, ha rechazado asistir a las ceremonias conmemorativas en Israel, al igual que su homólogo polaco, Andrzej Duda, indignado por el hecho de que Vladimir Putin haya sido invitado allí a subir a la tribuna de oradores.