Es tan solo un pequeño pedazo de madera, pero de crucial importancia para muchos cristianos. Un fragmento del pesebre de Jesús llegó el viernes a Tierra Santa tras más de 1,300 años en el continente europeo.

 

La reliquia fue presentada durante una misa en la discreta capilla del centro Notre-Dame, a dos pasos de la Ciudad vieja de Jerusalén. Unas 80 personas celebraron el retorno de lo que la Iglesia presenta como una parte del pesebre original del redentor del Mundo, Jesucristo.

 

El fragmento, oficialmente transferido el viernes desde el Vaticano, será luego llevado a Belén, ciudad palestina de Cisjordania ocupada y lugar de nacimiento de Jesús, según la tradición de quienes profesan el cristianismo.

 

“Es importante ya que se trata de una parte de la estructura de madera del pesebre original de Belén. Esta estructura de madera dejó Tierra Santa hacia el año 640” afirmó el custodio de Tierra Santa, Francesco Patton, tras la misa.

 

En esta época, “el papa en Roma era Teodoro, y tenía raíces palestinas” agregó, explicando las razones del traslado de la cuna de Cristo de Medio Oriente a Europa.

 

Unos 1,379 años más tarde, el fragmento del pesebre permanecerá en Belén “para siempre” y más especialmente en la iglesia Santa Catarina, adosada a la Basílica de la Natividad, donde según la tradición cristiana nació Jesús, agregó.

 

La ciudad de Belén prevé celebraciones hasta Navidad (fecha en que el mundo católico celebra el nacimiento de Jesús) con motivo del retorno de este trozo de madera, de un centímetro de ancho por 2,5 de largo.

 

Durante una visita a la Santa sede, el Vaticano, en diciembre del año 2018, el presidente de la Autoridad palestina Mahmud Abas pidió a su Santidad, el papa Francisco, que permitiera el retorno de la reliquia a Belén, localidad ubicada a pocos kilómetros de Jerusalén; y así fue, retornó.